Día de la Justicia Gratuita y del Turno de Oficio
El otro día vino al despacho un señor solicitando mis servicios. Le habían notificado una demanda de divorcio con unas medidas paterno filiales que había interpuesto su mujer y le daban el plazo legal para contestar. Me comentó que estaba desempleado y que no podía pagarme si no le financiaba el pago de mis honorarios, pero que quería un abogado privado. Era consciente de las dificultades económicas por las que estaba pasando este señor, y le aconsejé que se acercara al servicio de orientación jurídica que se encontraba en los juzgados, que le concederían la asistencia jurídica gratuita y un abogado de oficio, que confiara en él, que le llevaría el caso de una forma profesional. Me comentó que no se fiaba de los abogados de oficio, que no hacían nada. ¡Lo que hace la ignorancia y las malas lenguas! Entonces yo le expliqué, con toda la educación que mis padres me dieron, que yo también pertenecía al turno de oficio, y le hice ver que estaba equivocado. Le instruí al respecto y comprendió la realidad del asunto. Comprendió que ser abogado de oficio es sinónimo a creer en la igualdad y la justicia, que la desigualdad social y económica no debe ser impedimento para acceder al derecho de defensa jurídica. Comprendió que ser abogado de oficio es vocacional, no lo hacemos por dinero, sino porque nos gusta nuestra profesión y la forma más bonita de ejercerla es ayudando a los que no tienen recursos suficientes. Comprendió que ser abogado de oficio significa estar siempre al día, siempre preparado, siempre dispuesto, a pesar de las dificultades. Por último, comprendió que ser abogado de oficio es amar nuestra profesión.