Crear un espacio seguro en mediación

Muchas veces en mediación se habla de crear un espacio seguro para que las partes intervinientes en la mediación puedan abrirse, facilitar la raíz del problema y trabajar sobre ello para lograr un camino hacia el entendimiento que sea ventajoso para ellas.

Crear ese espacio seguro se hace con multitud de detalles que de manera aislada no parecen tener significado, pero de manera conjunta contribuyen a configurar ese espacio de seguridad. Las aptitudes del mediador, y el uso de diferentes técnicas durante el proceso va afianzando esa situación de seguridad, pero también podemos empezar con buen pie atendiendo al espacio físico de la mediación que es una de las primeras cosas a las que debe prestar un mediador, encontrando las posibilidades y buscando alternativas a los límites de nuestro despacho o una forma extraña de la habitación por ello, el primer movimiento del mediador es el de acondicionar el espacio. El diseño del espacio que se vaya a utilizar tendrá significados perceptibles.

Por ejemplo, sabemos que las partes suelen llegar con dudas o miedos, por lo que debemos evitar “espantarlos” con un lugar frío, o especialmente caluroso. La luz, sería otro punto primordial a tener en cuenta, pues para sentirse cómodo, los lugares muy cerrados o muy oscuros no predisponen a la apertura y a la exploración.

Las paredes pintadas de colores suaves, y con algún adorno, contribuirán a generar un ambiente más acogedor.

Debemos elegir un mobiliario cómodo y no recargado y planearnos esta pregunta: ¿usamos una mesa o no? la ausencia de barreras mobiliarias puede ocasionar dos sentimientos en las partes: por un lado, se puede interpretar como un “me levanto y me voy cuando quiera”, es decir, como una expresión de libertad, en consonancia con el principio elemental de “voluntariedad” de iniciar y continuar el proceso, por otro, generar un sentimiento de exposición, de inseguridad de que nada les protege.

En caso de optar por usar una mesa, hay que tener en cuenta que la disposición de los lugares que tienen las personas en un mismo espacio suele definir sus formas de actuar, por ejemplo, si hay una mesa con una cabecera o un lugar central, esa posición atrae la atención y define, no solo ese rol, sino como se van a relacionar los demás. Si en la distribución las partes se colocan frente a frente, se reforzará la situación de controversia determinando un comportamiento más polarizado y competitivo

En las disputas más enconadas, el mantenimiento de una distancia segura y el uso de una mesa como obstáculo físico pueden ser fundamentales para impedir la escalada del conflicto.

Si, por el contrario, la mesa es redonda, todos los miembros que se sientan a su alrededor tienen la misma importancia, se evitan las jerarquías y todos los miembros parten con la misma condición y consideración haciendo que las conversaciones fluyan en todas las direcciones. Y esto es importante porque cuando no hay conversación, no hay negociación, y es cuando aparece como alternativa el acudir a la vía judicial.

Eso no quiere decir que no vaya a haber interacciones negativas, ni bloqueos persistentes, en otros artículos nos hemos referido a la posibilidad de incluir cambios físicos, como hacer un descanso, pasar a sesiones individuales, o incluso cambiar brevemente la disposición, por ejemplo, incluyendo en ese momento el uso del rotafolio con el fin de aclarar determinados puntos de la conversación, e incluso, en ocasiones, trasladar la mediación a otro lugar, algo que rompa esa dinámica, o como se suele decir, “cambie el aire”.

El material de la mesa también contribuye a generar el espacio que buscamos para desarrollar la mediación, por ejemplo, si uno se decanta por el uso del cristal, se percibirá como símbolo de transparencia, de que no hay nada que ocultar. Además, tiene el añadido de facilitar la comunicación no verbal para el profesional de la mediación, lo que le será de gran utilidad.

¿Y qué poner sobre la mesa? Como en una mediación lo importante es el diálogo que se establece entre las personas afectadas por un conflicto, hay que procurar que haya el mínimo número de objetos, ya que ello distrae fácilmente la atención, eso no quiere decir que en una mesita auxiliar, o una estantería se tenga a mano un par de hojas y un par de bolígrafos, por si en algún momento se necesita recurrir a ellos, y una caja de pañuelos de papel situada estratégicamente, la experiencia nos dice que en las mediaciones se remueven muchas emociones, y situaciones que nos hacen mucho daño, por lo que es posible que en alguna ocasión, cualquiera de las partes intervinientes pueda emocionarse. también agua para poder ser ofrecida, en momentos muy concretos.

La mesa no es el único mobiliario al que debemos prestar atención, las sillas también juegan un papel protagonista. Deben ser cómodas, y en lo posible, homogéneas porque de no ser así, e incorporar una silla tipo director, de forma consciente o inconsciente se percibe que en la mediación se establece una jerarquización y este pensamiento siempre resulta contraproducente.

A la hora de controlar el tiempo de duración de cada sesión nos será útil colocar estratégicamente un reloj en la pared, por ejemplo, de espaldas a los mediados. Esto nos permitirá mirar el reloj disimuladamente para evitar que nuestro control del tiempo pueda interpretarse como un gesto de hastío o de desinterés.      

Las personas no podemos trabajar bien si no nos sentimos cómodos donde estamos, y eso también incluye la comodidad de la persona mediadora, una atención consciente al espacio que necesita, facilitará a su atención consciente a las necesidades de las personas con las que trabaja.        

Función mediadora

Función mediadora