Comité de crisis por violencia de género, otro verano negro en feminicidios

I. Introducción

La llegada de la época estival supone un alivio para adultos y menores; la liberación de las habituales obligaciones incita a anudar el binomio verano-vacaciones a un estilo de vida más relajado y alejado de las recurrentes preocupaciones y problemas que encontramos en el ámbito laboral, social o familiar. Pero ello no es así para todos. No es baladí recordar, y así lo haremos, que es en este periodo estival en el que se acumulan mayores atentados contra la vida de las mujeres cometidos por sus parejas o exparejas sentimentales. Como ponemos de manifiesto, el mismo escenario conlleva situaciones y resultados del todo dispares.

Sin embargo, más allá de los datos, es necesario realizar una pequeña introspección. No podemos aquí, tanto por la extensión como por la naturaleza de esta aportación, ahondar en las posibles causas de este desaforado aumento de los feminicidios en los meses estivales. Sin embargo, parece claro que, a la vista de los últimos datos publicados por el Instituto de la Juventud española en el último año, la percepción de la lacra de la violencia contra la mujer ha ido perdiendo relevancia en el ideario de la juventud, con las consecuencias que si no hoy, podremos dar cuenta en los años venideros.

II. Datos: otro verano trágico

Como se ha puesto de manifiesto, el (tristemente conocido) aumento de supuestos de violencia contra la mujer con resultado mortal es un constante en las estadísticas publicadas por el Ministerio de Igualdad desde el año 2003. Si nos remitimos a los datos disponibles los datos recogidos por organismos gubernamentales es posible advertir que el mes de julio acumula 137 delitos contra la vida, mientras que en junio ascienden a los 122, y alcanzándose las 120 mujeres víctimas en los meses de agosto desde el año 2003.

En la actualidad, son cinco mujeres y un menor las personas que han perdido la vida a manos de su pareja, expareja o, en su caso, de su progenitor, en las últimas semanas del mes de junio de 2025. Víctimas que se suman a las 12 mujeres que han perdido la vida desde el comienzo de este año a manos de sus parejas o exparejas sentimentales y a los tres menores que lo han hecho, además, a manos de sus padres.

Ello ya es indiciario del problema de la violencia contra la mujer y el actual estado de la cuestión en el periodo estival. Tanto es así que el Ministerio de Igualdad, a instancias de la Federación Española de Municipios y Provincias ha convocado un comité de crisis para abordar el creciente número de feminicidios inaugurado el pasado mes de junio. La urgencia no es desmedida. Estaremos atentos a cuáles son las medidas y acciones que el ejecutivo pone en funcionamiento en aras de intentar, siquiera, paliar la situación de mujeres y menores en contextos de violencia doméstica.

Esta incontestable realidad no solo queda plasmada en la realidad de los datos, sino también en el interés que el fenómeno de la violencia contra la mujer posee, pudiera parecer baladí, en el periodo estival.

III. La violencia contra la mujer como un problema de conciencia(ción)

Achacar el aumento de la violencia contra las mujeres a una cuestión como la climatología, parece ilusorio. Si bien, como se ha dicho, un mayor número de horas en el ámbito doméstico mediatizado por las altas temperaturas o la concurrencia el periodo vacacional de las víctimas, parecen elementos que pudieran coadyuvar a consolidar la evidente alza (evidenciado desde que existen datos) en la violencia contra la mujer. Pero, como se ha dicho, ello no resulta suficiente para esbozar el porqué del desaforado aumento de este tipo de violencia.

Sin duda es necesario ahondar algo más en la cuestión. Si atendemos a los últimos datos publicados por el Informe Juventud en España 2024 publicado el pasado 26 de junio de este mismo año arroja algunos datos preocupantes en lo que respecta a la concepción de los más jóvenes en cuestiones de vital importancia como es la que abordamos en esta publicación.

El apoyo al feminismo, entendido sin ambages como la lucha por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, decrece respecto a anteriores encuestas; del 64% del año 2019, los jóvenes que se identificaban como feministas en el año 2023 se ven reducidos casi a la mitad de los encuestados: solo un 54% afirman serlo. Idéntica es la tendencia en el caso de la igualdad de género cuya adhesión por parte de la juventud decrece al 62% respecto al 74% que destacaban los datos en el año 2019.

Esta tendencia relativizadora de cuestiones tales que las anteriores alcanza también a la propia percepción de la violencia de género. En este caso, mientras que un 82,5% de los jóvenes encuestados asumían la violencia de género como un problema social de relevancia, en los datos más recientes solo un 65% de las personas jóvenes asumen como cierta esa premisa.

Estas tendencias se replican de igual manera si atendemos a las respuestas que los jóvenes ofrecieron a las cuestiones relativas al feminismo, la igualdad de género o la violencia de género, ahora, segregadas por sexo. Resulta curioso como las propias mujeres se identifican cada vez menos con la idea del feminismo, pese a que aún dos tercios de las encuestadas sí que lo hacen (76,14%). Más preocupantes parecen los datos si atendemos a las respuestas de los varones encuestados. En este caso el descenso es mucho más constante y marcado: de un 54% en el año 2019, a un 40,96% en 2023. Datos que se reflejan, no solo en su concepción del feminismo, sino también de la igualdad de género; solo un 49,48% se siente identificado con la necesidad de alcanzar la igualdad de género, frente al 69,60% que lo hacía en el año 2019.

Esta falta de adhesión o de identificación con cuestiones tales como la igualdad de género o el feminismo, dispone el mentado informe, se personifica en una caída (¡libre!) de 10 puntos porcentuales en 4 años. Este acentuado descenso no solo incide en la percepción de la realidad social de la violencia contra la mujer como un problema social sino también en diversas cuestiones en las que tampoco, los varones más jóvenes se sienten identificados, no sólo como parte del problema-solución sino como ciudadanos; aspectos en los que la diferencia es mucho más notable según el sexo de la persona encuestada:

Como consecuencia, tampoco reconocen a las mujeres su derecho a políticas públicas de igualdad que palien las injusticias de género. Muchas de estas iniciativas feministas muestran más de 10 puntos de diferencia por sexo. Apoyan el derecho al aborto el 55,6 % hombres por el 71 % de mujeres; la remuneración del trabajo doméstico, 44,8 % de hombres y 60,9 % de mujeres; y la garantía de una presencia equilibrada de hombres y mujeres en altos cargos, 48,3 % de hombres frente a 70 % de mujeres”.

No obstante, pese a que los datos se refieren a una realidad muy cercana a la actualidad, ello no significa que el problema de la percepción de la violencia contra la mujer por parte de la juventud sea un problema de nuevo cuño. Si atendemos a informes anteriores, por ejemplo, el informe La violencia de género en los jóvenes. Una visión general de la violencia de género aplicada a los jóvenes en España publicado por el Observatorio de la Juventud adscrito al Instituto de la Juventud es posible advertir como la actual tendencia negacionista se plasma en un paulatino aumento de los casos de violencia contra la mujer cometidos por jóvenes. El principal problema a atajar, entonces y ahora, es como “(d)esde hace algunos años y de forma paralela al proceso de concienciación social en torno a la violencia de género se viene percibiendo que no existe un cambio notable en las actitudes de los jóvenes españoles”.

III. Algunas conclusiones

Los datos no engañan. Pese a que el periodo estival consolida un aumento de las víctimas de violencia de género, no podemos descargar la culpa en aspectos coyunturales; pese a que la existencia de un interim en el que víctimas y victimarios pasan un mayor número de horas en contacto pueda resultar un factor que coadyuve a ejecutar el atentado contra la mujer, ya sea de forma directa o de forma indirecta, acabando con la vida o atentando contra la integridad de su descendencia, ello no supone una explicación que permita ahondar en el verdadero problema.

En este caso, el alza en los delitos contra la mujer viene acompañado de un cambio de conciencia que cristaliza en las edades más tempranas y que termina por desembocar en la consolidación de actitudes negacionistas de la violencia de género, la igualdad entre sexos o el propio feminismo. Estos datos relativos a las actitudes de la juventud ante la lacra de la violencia contra la mujer suponen el prolegómeno de los datos sobre los feminicidios que nos acosan a lo largo del año, y con especial incidencia en el periodo veraniego. Luego, con independencia del año o estación, la violencia contra la mujer es un problema que nace de una compresión errada sobre la posición que la mujer ocupa en la sociedad; problema que no es solo achacable a los adultos, ya que tal y como los datos evidencian esta debiera ser una cuestión que atajar a través de la educación de los más pequeños, desde la escuela hasta sus domicilios, porque no hemos de olvidar que los datos de ayer, son las cifras de hoy.

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