Cuatro técnicas útiles en una sesión de mediación cuando las partes mantienen una relación enredada
Gema Murciano
Codirectora de sepín Extranjería . Coordinadora de sepín Mediación y Arbitraje . Redacción Jurídica de Sepín
Gema Murciano Álvarez
Redacción Jurídica de Sepín
Aunque las relaciones enredadas se pueden dar en distintos tipos de conflicto, no cabe duda de que en el ámbito familiar tienen su caldo de cultivo.
Como mediadores sabemos que aplicaremos técnicas para llevar a cabo con éxito el procedimiento de mediación con el objetivo principal de generar una interacción diferente que lleve a solucionar el conflicto. Si lo que pretendemos es una modificación sustancial y a largo plazo de la manera de relacionarse entre las partes, quizás habría que contemplar la ayuda de otros profesionales.
En esta ocasión, nos vamos a centrar en las parejas cuya dinámica de confrontación se ha aprendido en el juzgado y esta forma de relacionarse tiende a apoderarse todo tipo de comunicación. De este modo buscamos prevenir situaciones que inevitablemente vuelvan a poner la disputa como protagonista.
Este es el supuesto de la típica pareja que lleva varios años separándose y que se encuentra en un largo proceso de divorcio a través de la vía contenciosa. Esta pareja se caracteriza por los constantes recursos y apelaciones a las diferentes decisiones que se han ido tomando y en la que ambos se culpan mutuamente de las causas de todos los problemas con las que se van encontrando.
Aunque en un principio estas técnicas son muy útiles en este tipo de situaciones, esta metodología puede extrapolarse a cualquier tipo de conflicto donde se repitan patrones similares.
Técnica del embudo:
Este método viene heredado de la Teoría de negociación y Liderazgo, aunque sus buenos resultados, han hecho que se adapte a los procesos de mediación. La Técnica del embudo suele usarse cuando el diálogo sobre un tema provoca intensas contiendas. Lo que haremos será fragmentar el problema principal y tratar otro íntimamente relacionado de modo que lo dejamos planteado provisionalmente y pasamos a otro que no genere tanta disputa o que incluso tenga una fácil solución.
El ejemplo clásico que suele ponerse para ver su funcionamiento viene relacionado con las disputas de la elección de un colegio. En ocasiones para qué los hijos habidos en común puedan mantener relaciones más habituales con ambos progenitores se hace necesario un cambio de colegio y surgen los conflictos sobre si se está de acuerdo o no con el modelo educativo, o incluso sobre si se consulta la elección.
Ante este enrocamiento en las posiciones, la mejor opción del mediador sería establecer un diálogo en el que surjan todas las dudas, deseos y necesidades que puedan tener las partes buscando un tema relacionado que no genere tanta disputa, por ejemplo, hablando de la disponibilidad horaria de cada uno de los progenitores para acompañar y recoger al niño a centro escolar, a las actividades extraescolares etc, y postergando la decisión de elección del nuevo colegio para un momento posterior.
Transformar las acusaciones en peticiones:
La forma de comunicarse de estas parejas tiene su base en acusaciones basadas en el pasado por ejemplo “tú nunca te ocupas de llevarle al médico”, “siempre soy yo quien acude al colegio cuando hay un problema”, etc.
Estas acusaciones se pueden reconvertir en un deseo para el futuro lo que disminuye el riesgo de una contraacusación de la otra parte. Es decir, se intenta resituar la conversación en el terreno cooperativo planteando que quizás el deseo sería que en el futuro el progenitor “acusado”, siguiendo los ejemplos anteriores, también se ocupará de llevar al hijo al médico o, también acudiera al colegio cuando hay un problema. De este modo se da pie a hablar de cómo se pueden compartir esas responsabilidades.
El desvío de atención:
Esta técnica es útil para evitar comentarios que puede lanzar una de las partes hacia la otra y producir daños, a veces irreparables, en el procedimiento de mediación.
Lo que se busca es desviar el efecto en forma de racionalización para ayudar a la parte atacada a interpretar el comentario. Con ello se pretende que la parte que realiza el comentario suavice su afirmación y, que la parte que recibe ese comentario no contraataque, quedando ambos en una situación legítima.
El ejemplo clásico es cuando una de las partes señala que el único objetivo que se persigue es conseguir el domicilio conyugal y que los hijos habidos en común no importan lo más mínimo. En este momento el mediador debe pedir que se concrete si realmente se piensa que ese es el único objetivo o, que tal vez existan otros, o que si se está refiriendo a que a veces en este tipo de discusiones uno tiene la sensación de qué se entra en una situación en la que parece que se mercadea con los hijos.
De esta manera tan simple se da la oportunidad de matizar el comentario sin necesidad de que la parte aludida intervenga pudiendo aprovechar la coyuntura para que el mediador asuma la responsabilidad de evitar que el diálogo se convierte en un mercadeo sobre intereses de los hijos habidos en común.
Reconducir el tema hacia aspectos positivos:
En ocasiones resulta muy eficaz realizar un cambio hacia un aspecto más favorable, siempre y cuando ese cambio sea repentino.
Reconducir el tema buscando elementos positivos en el pasado, en el futuro, o incluso en otro tema, pueden permitir abordar el conflicto de otra manera, y hacerlo de forma inesperada produce desorientación, al tiempo que permite al mediador un mayor margen de maniobra para controlar las reacciones.
En ocasiones la tensión llega a su punto álgido cuando se ponen en duda las capacidades maternas o paternas incluyendo descalificaciones, por ejemplo, sobre cómo poner límites, máxime, si esas dudas ya se han planteado judicialmente.
La pregunta mágica que utiliza el mediador en esta situación es “¿cómo elegiste al padre/madre de tu hijo?”. Lo inesperado de la pregunta suele sorprender y abre las puertas a introducir nuevas reflexiones sobre la responsabilidad compartida buscando aspectos positivos de la otra parte que ayudan a rebajar esa tensión y propician un clima más amable para conseguir el objetivo de resolver los conflictos presentados en mediación.
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