Día de las profesiones: 5 razones por las que el mediador de conflictos debe ser reconocido como profesional

 

 

¿Qué es una profesión? En Internet podemos encontrar esta definición: actividad habitual de una persona, generalmente para la que se ha preparado, que, al ejercerla, tiene derecho a recibir una remuneración o salario.

No cabe duda de que los mediadores pretendemos dedicarnos habitualmente a mediar, nos hemos preparado y queremos ganarnos la vida con esto, es decir cumplimos todos los requisitos para que se nos considere profesionales independientes, pero, por si aún quedan dudas, hay otras cinco razones (como mínimo) por las que el mediador de conflictos debe ser reconocido como profesional.

 

  1. Por ser una profesión regulada legalmente como tal

Los mediadores de conflictos cuentan con una cobertura legal propia y específica.

A nivel estatal, se regula en la Ley 5/2012, de 6 de julio, de Mediación en Asuntos Civiles y Mercantiles (SP/LEG/9662), y en su Reglamento de desarrollo RD 980/2013, de 13 de diciembre (SP/LEG/13366).

Obvio citar la normativa autonómica por ser abrumadora, reiterativa y porque, cuando ha pretendido innovar, ha sido decepcionante a nivel general.

  1. Por la formación recibida

Además de título universitario (o formación profesional superior), los mediadores reciben una formación específica de, al menos, 100 horas, y para poder desarrollar su actividad requieren que dicha formación sea obligatoriamente continua cada cinco años, algo que no es exigido en otras profesiones. Es cierto que para ser un profesional competente es necesario “reciclarse” periódicamente, pero no en todas las profesiones hallamos ese rasgo de obligatoriedad.

Es más, como bien apuntaba D. Arturo Ortiz en su artículo ¿Laudo o acuerdo de mediación? (SP/DOCT/22231), pueden ser árbitros las personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles (art. 13 de la Ley de Arbitraje). Es decir, puede ser árbitro cualquiera, salvo que se trate de un arbitraje de derecho y se nombre árbitro único o tres o más, en este caso, uno de ellos tiene que tener formación específica de jurista. Pero igual poder de decisión tiene un árbitro de derecho o de equidad y nadie se plantea cuestionar a los árbitros como profesionales.

  1. Por el desempeño de la actividad

Un mediador en el desarrollo de su profesión deja de ser abogado (no asesora), psicólogo (no hace terapia), trabajador social (no realiza intervenciones), o cualquier otra profesión que tenga de base, luego es evidente que actúa y se comporta como otro profesional.

  1. Por generar un punto de vista interdisciplinar (o multidisciplinar) que cubre un vacío que existía

La formación de base para ser mediador es muy variada, hay desde arquitectos, pasando por periodistas, médicos, ingenieros, funcionarios, entre otros, además de los juristas, psicólogos y trabajadores sociales que se han mencionado up supra.

Esta diversidad permite la aportación de herramientas de diversas disciplinas, que facilita una gestión de los conflictos de una manera enriquecedora, positiva y, sobre todo, ayuda a prevenirlos, dotando a la resolución de un carácter más global, no solo en el aspecto jurídico, sino en el emocional también, por ejemplo.

  1. Porque su ejercicio profesional es reconocido por parte de la comunidad jurídica

Aunque es una paradoja, existe una ausencia de remuneración de estos profesionales, pero los propios Juzgados reconocen que no pueden prescindir de su labor. La creación de numerosos puntos de mediación intrajudicial demuestra el reconocimiento de la comunidad a los mediadores como profesionales, al darse cuenta de los beneficios que generan, a nivel personal para las partes de los conflictos, y por como afecta a la vía judicial, al reducir los casos que continúan por la vía tradicional, los recursos jurídicos y los costes.

Esta economía low cost que se ha impuesto en la sociedad, puede que termine por cuestionar los servicios que se ofrecen, en todos los sectores. Ya conocemos el dicho: “Todo lo barato sale caro”. La mejor medida para atajar posibles problemas más adelante es que se supere con una remuneración acorde al servicio y  a los beneficios que se aportan.

El mejor futuro que podemos dejar a las siguientes generaciones es una convivencia en armonía donde la ciudadanía es más responsable y menos dependiente de la administración y donde todos podemos ayudarnos a ser mejores.

 

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Este post ha sido realizado tomando un café con:

Arturo Ortiz, Árbitro. Mediador. Director de AOH Mediadores.

Carmen Paradinas, Abogada. Mediadora. Docente en ESIC Business & Marketing School y en EAE. Secretaria de PACTUM.

Mar Oriol, Mediadora. Directora de AUNAR Mediación, Vocal de Mediación Vecinal, Comunitaria y Educativa de la AMM.

M.ª Jesús Fernández, Abogada. Mediadora. Directora de Promediación.

Sonia P. Sibila, Mediadora. Fundadora y directora de moodmind.