La empresa familiar, cóctel perfecto para la mediación (I). Los Conflictos

La viabilidad de una empresa familiar suele verse comprometida cuando hay conflictos internos, no es sencillo mantener separadas las dos esferas, empresarial y familiar, y en ocasiones se tiende a olvidar que el fin de una empresa consiste en obtener beneficios, algo para lo que se requiere cierta cualificación, y que a la vez, es algo que choca con el criterio de igualdad que rige entre los miembros de la familia.

La toma de decisiones adoptadas dentro del núcleo familiar muchas veces sin tener en cuenta criterios de tipo empresarial, la creencia de que por pertenecer a la familia se debe contar con un puesto de trabajo independientemente de las necesidades de la empresa, incluso sin contar con la formación adecuada, los problemas de remuneración realizados con base a la relación familiar y no con los objetivos, la delegación de la gestión en los hijos, o las diferencias de la visión entre el fundador y sus descendientes, suelen ser el germen de un conflicto latente que puede comprometer las relaciones familiares, con lo cual se ve afectada no solo la esfera empresarial, (menor rendimiento y menor beneficio) sino también la esfera familiar (situaciones violentas en cenas o eventos familiares). La salida más común suele ser la huída del problema sin la toma de decisiones en el momento adecuado.

Esto genera problemas de comunicación que van ahondando en el conflicto hasta convertirse en una gran bola de nieve y acaban por ser un lastre para la viabilidad de la empresa y para su supervivencia, comprometiéndola como fuente económica y que termina por traducirse en la imposibilidad de realizar una planificación a largo plazo, una falta de liderazgo, una inversión insuficiente, un uso excesivo de las ganancias como beneficios, y por si eso no fuese suficientemente destructivo, también se ven afectadas las relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, y entre hermanos y cuñados.

Desde esta perspectiva la mediación puede ser una buena herramienta pues aporta como valor añadido la confidencialidad del proceso en la resolución de  las disputas, no solo por la imagen que pueda darse de cara al exterior: proveedores, clientes, resto de empleados, aunque puede verse comprometida al mantener las partes estrechos lazos de parentesco, frente a la solución de una controversia a través de la vía judicial, opción tradicional. Además la posibilidad de estimular el diálogo, y hablar de cosas que a veces han pasado hace mucho tiempo pero que siguen presentes en nosotros, hace que sea un instrumento idóneo para ir suavizando la situación.

La idiosincrasia particular de las empresas familiares requerirá un mayor esfuerzo por parte del mediador para ganarse la confianza, sobre todo del fundador, o de los fundadores, no en vano tienen enfrente a un tercero que va a entrometerse en su negocio y en su vida familiar, y deberá trabajar para reequilibrar las posiciones de unos y otros, dando tiempo a cada parte a explicar lo que ha pasado, su postura ante estos hechos, tratando los problemas actuales y también aquellos que surgieron en el pasado, pero causantes de esa bola de nieve de la que hablábamos al principio, volviendo a ese momento en el que todos colaboraban en la consecución de un objetivo común, positivizando el lenguaje y creando un clima de confianza entre las partes, para ir rompiendo aquellas barreras de comunicación dónde es fácil que subyazca un poso de ira, resentimiento, sentimiento de culpa,  de impotencia y desesperanza.

Hablar de esos sentimientos que hay detrás, y la posibilidad de lograr la empatía entre las partes en liza, debilitará las posiciones, y sacará a las partes de su encasillamiento para que mediante la palabra logren un diálogo constructivo sobre los intereses de cada uno que ayude a mantener los lazos afectivos, y favorezca el futuro de la empresa, porque reforzar una buena relación con los empleados, a la postre, miembros de la familia, es fundamental para su consecución.

El mediador debe estar preparado, pues la forma de actuar será diferente en función del número de partes implicadas y enfrentadas y que incluso pueden actuar mediante representantes, por la necesidad de realizar caucus (sesiones individuales), y por la necesidad de contar con asesores en el tratamiento de diferentes asuntos.

Y en este escenario aunque parezca imposible, casi seguro se logrará llegar a acuerdos consensuados que satisfagan a todas las partes.

Aunque no sea el objeto de este post, se hace necesario mencionar que aunque la mediación como herramienta logra sus mejores resultados apaciguando conflictos, el clima que llega a crearse en las sesiones abre la puerta para ser el espacio idóneo dónde desarrollar el Protocolo Familiar, un acuerdo de una naturaleza jurídica más o menos compleja y cuyo contenido son los acuerdos o pactos a los que se han llegado mediante la intervención y colaboración de todos los interesados, los socios-familiares. Esta implicación en su elaboración va a favorecer el cumplimiento voluntario, lo que eliminará fricciones futuras y una herramienta a la que acudir cuando surja una desavenencia.

(*) Al igual que sucediera con el movimiento social en redes sociales a favor de la eliminación de las tasas judiciales: #T, mediadores y simpatizantes de la resolución de conflictos por medios alternos, se están uniendo en otro movimiento social de llamada de atención y difusión de la mediación bajo el logotipo: #m. Si quiere recibir más información y unirse puede consultar los siguientes grupos de Linkedin y contactar con cualquiera de sus miembros: http://bit.ly/gestacióndelproyecto y  Campaña #m: http://linkd.in/1paqS9x