Dos técnicas de mediación y una herramienta para manejar en situaciones ambiguas dentro del ámbito familiar

 

Por mucho que digan, en cualquier conflicto hay un componente emocional, de mayor o menor magnitud que no podemos obviar. En el ámbito familiar es dónde se dan los más altos grados de intensidad, por eso vamos a pasar a describir dos técnicas y una herramienta para manejar situaciones en la que una de las partes no tiene muy claro cual es la razón que le lleva a mediación porque no ve el problema.

Obviamente, y como ya hemos mencionado anteriormente, que se describan estas técnicas en un contexto familiar no excluye su uso en otros supuestos.

Los que hemos tenido una relación íntima con la mediación familiar en algún momento nos hemos tenido que enfrentar a situaciones en las que, sobre todo con una de las partes (suele ser más raro que suceda en las dos ), se inicia un proceso de disolución sin tener del todo claro qué es lo que se pretende con él, porque el planteamiento de la ruptura no está siendo demasiado claro.

Es la situación clásica en la que una de las partes va elaborando la idea a lo largo de un tiempo más o menos largo, y toma la decisión, cogiendo desprevenida a la otra parte, que se lo toma más como una llamada de atención para que esté más atento a la pareja. De este modo se crean falsas expectativas sobre la posibilidad de retomar la relación, lo que añade otra vuelta de tuerca al conflicto.

La situación ambigua por excelencia suele darse cuando la parte que no se esperaba la ruptura pregunta algo parecido a “pero, ¿tú aún me quieres?”, y recibe como respuesta “¿cómo no voy a quererte? Pero…” desoyendo el resto de la explicación.

Ante estas situaciones confusas proponemos una serie de técnicas que ayudarán a clarificar la situación, y proseguir con el procedimiento de ruptura.

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La normalización

La normalización es la técnica que ayuda a que las personas dejen de creer que su conflicto, o alguna parte de éste, es demasiado complicado como para encontrar una solución. También facilita que puedan ver que su situación no es extraña o inusual y, por tanto, se puede resolver.

La forma de conseguirlo es llevar a las partes a una perspectiva más habitual de su conflicto para abrir las posibilidades de resolución del conflicto.

En este caso, la persona mediadora podrá transmitir a las partes intervinientes que es normal que tengan dudas y temores respecto de la ruptura, pues es algo que les ocurre a muchísimas de las parejas.

En muchas ocasiones, ese reconocimiento de intranquilidad y angustia que genera la situación, y ese bloqueo de pensar que no se va a poder resolver nunca, dejando hablar de las emociones que genera la situación, suele bastar para superar el bloqueo.

No obstante, conviene recordar que dependiendo de la situación personal de alguna de las partes, a veces debe complementarse con una sesión individual, o caucus, para ver si es factible continuar o no con la mediación, e incluso para ver si habría que  plantear la intervención complementaria de otro profesional.

El agente de realidad

Esta técnica es útil cuando la persona mediadora considera que ha construido una relación de confianza con las partes. Dado que el mediador es un tercero neutral, procura ofrecer una perspectiva independiente mediante preguntas confrontativas o, generando alternativas y opciones.

Mediante estas preguntas ayuda a las partes a reconocer qué soluciones son prácticas y cuales no lo son, les hace reflexionar sobre si lo que piden tiene fundamento con un enfoque realista.

Asimilar la realidad

Aunque no hay una técnica propiamente denominada así, cuando normalizar la situación no suele ser suficiente, si queremos continuar es conveniente ayudar a asimilar la realidad. La mejor manera es que la parte que tome la iniciativa de la ruptura le exprese a quien se muestra reticente o tiene dudas con voz firme y con contacto visual, la irrevocabilidad de la situación.

El uso de esta herramienta debe hacerse con cierta precaución, pues suele provocar reacciones emocionales intensas, por lo que requiere de tiempo suficiente en la sesión como para poder elaborar su efecto.

Complementariamente a esta herramienta, el uso de dilemas también puede servir de ayuda para asimilar la nueva realidad.