Adaptarse o morir

Ana Íñiguez, Sara Vizcarrondo y Juan de Hipólito

Estudiantes de Derecho y ADE de la Universidad Carlos III

El 5 de septiembre de 2016, iniciamos una nueva etapa: la universidad. Por aquel entonces siempre imaginábamos nuestra primera experiencia jurídica laboral al estilo de la serie “Suits”. Con el paso de los años, este tópico se esfumó al ir aprendiendo que el verdadero Derecho en España nada tiene que ver con lo que vemos en las películas americanas. Lo que sí que no podíamos imaginar, al igual que nadie, es que en marzo de 2020 llegaría una pesadilla que no olvidaríamos nunca: el Covid-19, una pandemia mundial. Eso sí que era típico de una película de Netflix.

Llegó sin avisar, pero irrumpiendo con mucha fuerza y trastocando la vida de todos. Mientras Juan veía como se desvanecía su experiencia de Erasmus en Ámsterdam, Sara hacía las maletas pensando que solo serían unos días fuera de Madrid con su familia, y Ana se despedía “por un breve tiempo” de sus compañeros en una clase de tributario. Nada más lejos de la realidad, comenzaron las clases online y el teletrabajo, el aislamiento, los días largos, los aplausos a las ocho de la tarde y el “Resistiré” de Dúo Dinámico en los balcones. “Adaptarse o morir” era un lema que todos tuvimos que aplicar cada día durante el estado de alarma, incluidos todos los juristas profesionales de Sepín a los que todavía no teníamos la suerte de conocer.

Hasta que llegó el 1 de julio de 2021, día en el que empezamos el Prácticum de Derecho de la Universidad Carlos III en esta editorial. A pesar de que no pudo ser de manera presencial y faltaron muchos cafés juntos (que quedan pendientes para la época post-covid), realizarlo detrás de una pantalla superó sus expectativas gracias a las nuevas tecnologías, tema en el que, por cierto, nos volvimos expertos durante estas semanas realizando grandes análisis de jurisprudencia.

Dentro de esta peculiar rutina, a pesar de ser los “yogurines”, nos fuimos adaptando a los enlaces de Teams, a los jueves de mano a mano con Miguel, realizando desde consultas hasta llamadas sorpresa al resto de compañeros de la Editorial, gracias a las que pudimos ser testigos del gran ambiente que reina en esta pequeña familia, llamada Sepín. No puede faltar una especial mención a nuestra mentora, Ana, siempre preocupada en que el aprendizaje fuese continuo y útil. Con ella hemos tenido la oportunidad de sentirnos pequeños grandes profesionales. También pudimos pasar una mañana con Nacho hablando sobre el Marketing y las Redes Sociales. Gracias a él, hoy este post puede ver la luz.

Por nuestra parte, nos hemos convertido en un gran equipo en el que cada mañana, a través de una videollamada, nos poníamos manos a la obra con el trabajo pendiente reflejando que el estar bien rodeado y sentirse apoyado siempre hace las cosas más fáciles. Gran parte de nuestros descansos se destinaron a comentar lo asombrados que estábamos ante el cambio de percepción que teníamos de una Editorial Jurídica. Nosotros, que en un principio nos imaginamos el mes de julio organizando manuales y leyendo el BOE, hemos descubierto que Sepín va mucho más allá.

Fascinados por el gran trabajo que hay detrás, la cantidad de profesionales implicados y la gran variedad de posibilidades que ofrece la Editorial, únicamente nos lamentamos de no haberla conocido durante nuestra etapa universitaria por la gran ayuda que hubiese supuesto en miles de trabajos y preparación de exámenes. De esta manera, damos las gracias por la experiencia tan positiva y por todo lo aprendido que no será olvidado. No cabe la menor duda de que ya estamos un paso más cerca de convertirnos en los profesionales a los que aspiramos a ser algún día.