Un régimen de visitas con los abuelos resuelto en mediación y sin acudir a Tribunales

El Derecho a las visitas de los abuelos, a veces puede perturbarse por un malentendido o por una reacción inesperada. Esta perturbación puede ser resuelta por los Tribunales, pero también puede resolverse mediante una intervención mucho menos agresiva a través de la mediación familiar.

Presentamos la resolución de caso real y la planificación que hicieron los comediadores para llegar a un acuerdo        

Antecedentes

Ana es una mujer viuda, que como muchos abuelos intenta ayudar a su hijo y su nuera al cuidado de sus nietos, ya que, por razones laborales, sus horarios les hace muy difícil la conciliación laboral.

Por las tardes Ana va a recoger a sus tres nietos, les da la merienda y está con ellos hasta que alguno de los progenitores llega del trabajo. De los cinco días, tres les daba la cena.

Cuando el nieto mayor empieza dar clases de inglés en el colegio, sus padres, para favorecer su aprendizaje acordaron la contratación de una cuidadora de niños extranjera para ayudarles con el idioma, a la vez que se ocupaba de ellos durante los meses de verano.

En un principio intentaron compatibilizar a Ana con la cuidadora, pero tras ver la evolución tan positiva de los niños con el idioma, decidieron contratar a otra cuidadora durante el periodo escolar.

En ese momento, la potestad de de Ana empezó a ser cuestionada al colisionar con la actuación que llevaba a cabo la cuidadora que era la encargada de castigar y educar a los niños, lo que contribuyó a que fueran disminuyendo las visitas y a que hubiera recriminaciones por no respetar la labor que realizaba la cuidadora, lo que acabó desencadenando una fuerte discusión que finalizó con la nuera insultándola y echándola de la casa mientras su hijo, se quedó impasible viendo la escena.

Asesorada por una amiga, Ana acudió a un servicio de mediación con la intención de que únicamente interviniera su hijo, no su nuera.

Se contactó con el hijo desde el propio servicio de mediación y se acordó una cita donde se realizó la sesión informativa y tras su aceptación se inició la primera sesión.

Primera sesión

Aunque a priori parecía que las partes venían dispuestas a lograr un acuerdo entre ellas, las comediadoras, una mediadora veterana y una mediadora sin mucha experiencia, Ana las dejó sorprendidas cuando rechazó el ofrecimiento de reanudar la relación entre la abuela y los nietos, que habían sido inexistente desde aquella discusión.

Las mediadoras tuvieron que reformular y buscar más intereses y necesidades, tanto del hijo, como de la abuela, pero sobre todo de ésta.

Aunque tanto uno como otro aportaron ideas para solucionar el tema de las visitas, se percibía un gran escollo, la necesidad de Ana de una petición de perdón por parte de su hijo por no haberla defendido cuando su mujer perdió los nervios e insultó y echó de casa a Ana en el trascurso de la discusión que fue un punto de inflexión.

Las mediadoras, también pudieron percibir en el hijo un interés por poner paz en esta cuestión, y también en su conciencia.

Para buscar un perdón espontáneo hablaron de los demás abuelos, durante el diálogo, Ana entendió ciertas recriminaciones que se le habían hecho respecto de la forma de relación con los nietos. También se habló sobre las consideraciones sobre el tipo de educación que querían los progenitores y sobre cómo llevarlas a cabo. Ana apreció que debía de respetar esas formas de hacer.

También se conversó sobre la voluntad de los nietos y de la postura de la nuera y se aseguró que ésta estaría de acuerdo con los pactos a los que llegasen madre e hijo, al cabo de cierto diálogo, el perdón llegó por sí solo.

Las partes, con el poder de control que les permite acudir a un proceso de mediación, reiteraron la innecesariedad de que la nuera estuviera presente en la mediación, por lo que las mediadoras, a pesar de indicarles que sería interesante su presencia, aceptaron el conflicto con los límites que proponían los propios involucrados en la mediación.

Se acordaron algunas medidas provisionales para ir restableciendo las visitas entre la abuela y los nietos.

Segunda sesión: los acuerdos

En esta segunda sesión, las partes ya venían más relajados, los acuerdos provisionales habían funcionado, por lo que se decidió redactar varios acuerdos sobre los provisionales con el compromiso por parte del hijo de comunicarlos y hacerlos cumplir también a su mujer.

Los acuerdos a los que se llegó es que Ana estaría con sus nietos todos los martes por la tarde, excepto durante vacaciones de los progenitores. Su labor consistiría en buscar a los nietos al colegio, ayudaría a hacer los deberes a los más pequeños y no permitiría ver la televisión hasta que los acaben. También los bañaría y les pondría el pijama y no se iría hasta que llegasen los padres. En caso de ser necesario, la llamarían por teléfono y también se ocuparía de darles la cena.

Ambas partes se comprometieron a tener una relación de respeto y un trato correcto.

El hijo adquirió el compromiso de llevar a los niños a casa de la abuela al menos, una vez al mes o cada dos meses.

Apuntes finales

En el presente caso, el rol de las mediadoras fue el de facilitar la comunicación entre las partes y la consideración de cada una respecto de la otra; es decir, que la abuela respetara y valorara la figura del hijo y sus decisiones sobre la educación de sus propios hijos, y que el hijo valorara el aprecio y la necesidad de la relación abuela-nietos, ya que estos también querían volver a ver a su abuela.

Al éxito de la mediación contribuyeron diversos factores:

  • La relación se había vuelto inexistente desde el incidente.
  • Ambos querían volver a retomar la relación madre-hijo.
  • Los nietos echaban de menos a su abuela, y siempre preguntaban por ella.
  • El hijo no se sentía bien porque se hubiera perdido la relación entre su madre y sus hijos y sentía cierta culpabilidad.
  • Ana tomó conciencia que las funciones educadoras las tienen los padres y son ellos los que establecen las directrices sobre ellas.
  • Poner de manifiesto las diferencias entre ellos como técnica de mediación: diferencias sobre su visión del mundo, diferencias del momento vital (Ana se sentía sola tras enviudar), diferencias de culturas (las diferencias de educación de cuando Ana fue madre y ahora, cuando es abuela). Fue a partir de ese momento que la mediación se encaminó hacia el éxito.

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