Cuando hablamos de mediación familiar automáticamente nuestra mente nos lleva a pensar en separaciones y divorcios, ( ya contamos el punto de vista de Eva, una mujer que decide acudir a un mediador privado para resolver los problemas que van a surgir cuando toma la decisión de divorciarse “ Vivir un divorcio: La experiencia de la mediación” ) pero como la mediación sienta las condiciones de restaurar el diálogo y fortalecer la relación deteriorada, puede ser una herramienta adecuada para tratar diferentes temas con un componente familiar y que por esa razón hacen un daño especial, como por ejemplo, un caso de herencias, como vimos en “ Me han llamado para ir a una mediación…” (A Josefa la llaman porque su hermano quiere solucionar la situación de una vivienda heredada antes de llegar a juicio).
Hoy vamos a exponer un caso real de convivencia problemática entre uno de los progenitores y su hijo adolescente. En esta ocasión, desde el punto de vista de la persona mediadora, y con las decisiones que fue tomando a lo largo de las sesiones.
La vecina de María se ha separado hace poco y acudió a un servicio de mediación. Al ver que la experiencia ha sido positiva, decide llamar al Servicio de Mediación para saber que tipos de casos atienden, y si pueden ayudarla con su hijo.
María, de 45 años, tiene un hijo adolescente, Mario, que tiene 14 años y una convivencia, según la madre, problemática.
Ambos acudieron juntos a la sesión informativa, y tras explicarles como es el procedimiento y como puede ayudarles, dan su consentimiento a iniciar el proceso.
María, mucho más dispuesta a hablar, comienza a contar lo que los ha llevado al servicio de mediación. Mario por su parte, apenas mira a la persona mediadora, parece tímido.
María está más emotiva, llora con cierta frecuencia y parece desconsolada. Cuenta que lleva separada 4 años, que tiene una hija de una relación anterior, que ya es mayor de edad y que a veces pasa periodos en su casa. En su adolescencia, tuvo problemas con las drogas.
Trabaja como auxiliar de enfermería con cambios de turno.
Dice que la vida en casa con Mario es un infierno. Que la relación entre ellos es pésima. Prácticamente no se hablan y cuando lo hacen es a gritos, viven en una pelea constante, como en una “guerra”.
Confiesa que ha llegado al límite y que desea que Mario cumpla los 18 años para que se marche de casa. Ya no puede seguir luchando. Explica que el padre no le quiere en casa y que siente que Mario idolatra a su hermana mayor y quiere ser como ella.
Asegura que no acepta ningún control y hace lo que quiere, y que ella ya ha lanzado la toalla. Ya no puede luchar más. Mario no colabora con nada en casa.
Mientras María habla, Mario ha pasado todo el rato mirando el suelo o mordiéndose las uñas. Dice que su madre está constantemente encima de él, que no para de echarle la bronca, y que, si no colabora con nada en casa, es porque nadie se lo pide. Además, dice que alguna vez, cuando le ha contado cosas a su madre, que a él le interesan, ella se ríe y le hace de menos.
También dice que prefiere ir con los amigos que estar solo en casa. Reconoce que "ha dejado un poco de ir al colegio”, manifiesta que la escuela no la interesa, y lo que quiere es trabajar y poder comprarse lo que le venga bien. Quiere vivir independiente antes de cumplir los 18 años.
Explica que meses atrás se juntó con gente "no demasiado interesante", pero que ahora sale con un grupo de amigos mejor, menos conflictivo.
También reconoce que hasta hace un par de años las relaciones con la madre eran mejores. Entiende que su madre ejerza cierto control, "pero hasta cierto punto"; no quiere que entre en su habitación y mire sus cosas. Se queja de que no tiene intimidad. La madre tiene retenidas letras de canciones que escribe junto con sus amigos y, además, se lo cuenta todo con detalle a la familia, y eso no le gusta nada.
Explica que sólo visita a su padre para que le pase dinero.
María comenta en ese momento que el padre de Mario incumple sistemáticamente el pago de la pensión de alimentos, pero que, en cambio, da a Mario 20€ semanales, lo que le hace daño porque están pasado por una situación delicada en cuanto a economía se refiere, y ella no puede darle ese dinero a Mario.
En la conversación cuenta que engañó a su hijo diciéndole que irían de visita a su pueblo, pero la estancia se alargó hasta casi un mes, pero no se arrepiente porque sirvió para alejarle de las compañías con las que iba.
En el pueblo, intentaron llegar a un acuerdo, si ayudaba en casa y estudiaba, le daría 10€ a la semana, incluso lo pusieron por escrito, pero desde el inicio, no funcionó por los incumplimientos de ambos.
A propósito de las letras de canciones retenidas, María dice que aprovechando que Mario estaba con su padre, le registró su cuarto y se quedó atónita al leer el contenido tan explícito sobre drogas y sexo. No le ha educado para eso. Aún las mantiene en su poder.
Repite que no puede más, que quiere que se lo lleve el padre porque ya ha probado con clases particulares, con psicólogo...
Mario interviene y dice que el psicólogo "le contaba películas". Insiste que su madre no tenía derecho a llevarle engañado al pueblo, donde no sabía qué hacer, perdía el tiempo y se aburría mucho. Los acuerdos eran siempre con contraprestación: si tú haces, yo haré, y si uno incumplía, el otro también. No funcionaron nunca.
Insiste que no quiere seguir estudiando, que los profesores le dejan mal ante sus compañeros y que, si no va, es porque no tiene los horarios.
La primera sesión finaliza con la misma distancia entre ambos. María quería mejorar la relación, pero Mario permanecía indiferente. A pesar de lo anterior, se había logrado un clima de confianza al permitirles hablar de las cosas que les hacían daño y haberse sentido escuchados.
Se les pidió que hicieran un esfuerzo con el fin de respetarse mutuamente hasta la próxima reunión, Las posiciones eran muy claras, pero ¿cuáles son los intereses verdaderos?
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El equipo mediador y la persona mediadora asignada dibujan como estrategia realizar una entrevista individual a cada uno, primero a la madre, ya que se abrió con más facilidad, y le podría dar tranquilidad respecto al sentimiento de responsabilidad como progenitora, y luego pasar a una conjunta.
Tras dar la bienvenida a María, declara que han intentado respetarse más pero que no lo han conseguido, es decir, la situación se mantiene.
Se le pregunta por la relación entre padre e hijo y explica que Mario se acerca al padre para obtener dinero, como una manera de castigarla.
Se le pregunta por el asunto de las letras de canciones que tanto parece afectar a su hijo, dice que las tiene en su poder porque son una prueba de la vida desordenada que está llevando su hijo. También está preocupada por las pastillas y las relaciones sexuales de Mario. Antes le había explicado algo, pero hace meses que está totalmente cerrado.
Dice que tampoco conoce a los amigos actuales de Mario.
En el caucus de Mario, éste comenta que su madre tiene cierto miedo de que se acerque más al padre y que en realidad tampoco tiene una relación tan buena con su hermana. De hecho, hace tiempo que no pasa por casa. También dice que antes tenía más contacto con las drogas, pero ahora se relaciona con gente más normal.
Tiene mal recuerdo del acuerdo al que llegó con su madre en el pueblo, pero reconoce, que estar allí le facilitó alejarse de sus antiguos amigos, pues no estaba en” buen camino”.
Reconoce que podría ayudar un poco más en casa
Durante las conversaciones individuales, se percibe que a ambas partes les gustaría mejorar su relación, y también, que se sienten cómodos en el proceso. Ambos quieren acabar con el infierno en el que viven, pero no encuentran la manera porque tienen muchos reproches por hacerse y hay una total incomprensión entre ellos.
Continuando con el plan, se pasa a una reunión conjunta. En ella se manifiesta que ambos se ven con fuerza para intentar algún avance que mejore la relación. Se llega a un acuerdo parcial en el que se va a intentar no descalificarse, no hacerse daño, e intentar mejorar la vida en casa.
El equipo mediador y la persona mediadora asignada optan por realizar esta sesión de manera conjunta.
Ambos llegaron con buen ánimo y se percibe una actitud más positiva. La relación entre ambos parece más relajada.
Durante esta sesión, Mario dice que ha ido más o menos bien. Acordaron avisar cuando iba a salir y han hecho progresos con pequeños detalles, como intentar hablar, e implicarse más en las labores domésticas. Piensa que su madre también se ha esforzado.
María por su parte, reconoce que ha ido todo a mejor, pero ha ocurrido un incidente que les ha vuelto a distanciar. Hace dos días Mario volvió a casa con los ojos rojos de haber fumado porros.
Mario lo niega sin ninguna convicción y dice que se siente perseguido. Su madre le dice que no puede soportar que le mienta.
Comunican a la persona mediadora que han ido a comprar juntos en varias ocasiones.
En un momento dado Mario se queja de que su madre, cuando se enfada, le dice: "Haz lo que quieras". Con esa frase, la persona mediadora capta que, aunque el adolescente rechace explícitamente el control parental ejercido por su madre, es consciente de que lo necesita de algún modo.
El equipo mediador, acuerda trabajar de manera un poco más directiva con el objetivo de trabajar el presente y evitando las referencias y reproches respecto al pasado. También se propone abrir el foco mediante preguntas reflexivas y plantear otros escenarios con el fin de ver desde otra perspectiva.
Para esta cuarta sesión tenían varias tareas, para mejorar la comunicación, la semana anterior deberían haber intentado moderar el lenguaje para evitar hacerse daño, también tenían el compromiso de que Maria respetase la intimidad de Mario, y que éste siguiera colaborando más en casa.
Al comenzar explican que la situación ha mejorado un poco. Ambos tienen la voluntad de relacionarse mejor, y poco a poco lo están consiguiendo con éxito.
Han intentado hablar muchas veces, pero al no estar de acuerdo en muchas cosas, al final se han arrepentido.
El que haya mejorado sensiblemente la relación entre ellos no significa que no haya habido roces, María explica que Mario le cogió el tabaco, Mario lo niega sin convención y María reitera que no soporta que le mienta.
Este no ha sido el único incidente que ha sucedido. Mario le dijo que vendrían dos amigos a pasar la noche y jugar a videojuegos, y María le pidió que sus padres la llamaran para autorizarlo, pues no quería que pudiese haber problemas, pero encontró una nota de Mario por la noche a llegar a casa en la que ponía que al final solo venía José. Por no empezar una nueva discusión, José se quedó esa noche.
La persona mediadora percibe un cambio en el relato de Maria, sigue hablando con amargor, pero ya sin la acritud que tenía cuando hacía reproches a su hijo.
Se opta por plantear una pregunta hipotética y reflexiva ¿cómo hubiera sido el conflicto si María hubiese pedido los teléfonos de los padres y los hubiera llamado? ¿cómo hubiera sido el conflicto si Mario hubiera dicho a los padres de sus amigos que llamasen a su madre?.
Tras sus respuestas ambos se dan cuenta de que hubieran podido solucionar el problema fácilmente. Son conscientes de que les ha faltado voluntad y les ha sobrado orgullo. Llegan a la conclusión de que es absurdo reunirse en mediación para después mantener actitudes que perjudican la relación.
Teniendo en cuenta de que los avances en mediación son mínimos, la persona mediadora opta por poner de manifiesto sus diferencias, el sufrimiento de María por proteger a su hijo, y el rechazo de Mario que se sentía atacado de forma continua.
La persona mediadora reconoce el esfuerzo de ambos y la voluntad de querer mejorar la situación para favorecer un sentimiento de estimación mutua, en ese momento, se les plantea preguntas abierta sobre la forma de ver la vida, y las diferencias entre los valores y el estilo de vida de los adolescentes y de los adultos, para propiciar que hablaran sobre la sociedad en general y no sobre sí mismos.
En un determinado momento se habla de los problemas entre padres e hijos, con casos concretos de personas conocidas, esto les hace ver que su conflictividad no es específica, ni patológica, es un problema común y habitual. En ese momento se hacen preguntas que reflexiones sobre las actitudes del otro, y que razones positivas encuentran en esa actitud.
En ese momento ambos entienden que están en momentos vitales diferentes y tienen que convivir dos culturas diferentes: la de los padres y adultos que actúan con un afán protector de los hijos y la de los hijos y adolescentes, que se encuentran en un proceso de independización, que no les gusta ese control por parte de sus progenitores y están buscando lo que quieren ser, con los riesgos que comporta esa búsqueda.
Mientras escuchan las razones de sus respectivas actitudes se consigue crear un ambiente de comprensión mutua:
Tras esta intensa sesión, se percibe que el componente personal se va debilitando, y a la vez rebaja el sentimiento de culpabilidad en ambos que, aunque no se había explicitado, estaba subyacente.
En este momento, María explicó que había propuesto a Mario ir al pueblo un fin de semana, y que él había dicho que no quería ir, tras comentarlo en la sesión y escuchar a las partes se llega a un acuerdo parcial: Mario irá con María, pero para que no se aburra, invitará a un amigo.
Esta sesión se hace con un margen mayor de tiempo para que ambas partes puedan poner en práctica lo visto anteriormente, y se desarrolla en una sesión muy corta
Ambos señalan que han llegado a una convivencia pacífica y que el fin de semana en el pueblo fue positivo. Aunque siguen sin coincidir mucho en casa, se relacionan con normalidad, incluso pueden hablar de temas que hasta ahora habían sido intocables. Mario colabora más en casa y María ha dejado de fiscalizarle de la forma en la que lo hacía.
Hubo un momento para establecer nuevos acuerdos parciales sobre la música y se mostraron dispuestos a hacer un esfuerzo por superar sus diferencias.
María se encuentra más animada porque Mario está teniendo una asistencia a clase regular, y cumple con las tareas encomendadas.
Mario expresa ante su madre que la actitud de ésta de intervenir sus cosas y llevarle un mes al pueblo, le permitió separarse del grupo al que había atado.
La persona mediadora advierte que se los ve bien, y no hay esa tensión entre ellos.
Al principio de la mediación, en el equipo mediador se planteó la posibilidad de intervenir por las faltas de asistencia al colegio, por su relación con las drogas … pero el objeto de la mediación era restaurar la relación filo parental, y al no ser traído de nuevo a la mesa de diálogo, se llegó a la conclusión de que no se tenía que entrar. En cualquier caso, la mejora de la relación entre madre e hijo desplegará sus consecuencias en otros ámbitos influyendo de manera positiva en dichas cuestiones, y además Mario podrá contar con la ayuda de María.
Otra cuestión que se planteó fue la de llamar a la hermana mayor, teniendo en cuenta que al parecer Mario la idolatraba, pero en realidad, no formaba parte del problema, y, además, no vivía regularmente con ellos.
Se optó por no firmar un acuerdo final para no enturbiar el momento de confianza al que se había llegado, además como conservaban una experiencia decepcionante de las anteriores ocasiones, se entendió que no era necesario. Además, la evolución relacional que habían conseguido era suficiente.
Al éxito de la mediación contribuyeron diversos factores:
Diez años de la Ley de Mediación. Diez años de jurisprudencia en mediación familiar