Vivir un divorcio: La experiencia de la mediación y el arbitraje

 

El tiempo nos cambia, a veces no sólo físicamente, también va modelando lo que nos rodea, la forma de pensar, de vivir, y hasta de sentir…

Tras 18 años de matrimonio, muchas conversaciones poniendo parches a la relación, y muchas noches dándonos la espalda, la presión en el pecho es tan grande que sé que necesitamos dar un paso más y he tomado una decisión: voy a separarme.

No sé cuándo ni cómo, pero voy a buscar cómo hacerlo de la manera menos brusca.

Tras alguna pesquisa y resolver alguna duda, he llamado a un Servicio de Mediación y he pedido una cita. Me tiembla la voz, me tiemblan las piernas, es como si hubiera dado un salto al vacío, y eso a pesar de que son ya demasiadas noches sin dormir.

En el Servicio de Mediación se han ofrecido a llamar a mi pareja, pero prefiero ser yo quien le informe.

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La situación se ha tornado más difícil, pero no se puede obviar la realidad, y con caras bajas y nervios en el estómago acudimos a mediación.

Al llegar nos ha atendido la persona mediadora de forma muy amable. Si supiera la batalla que se libra en nuestro interior, los reproches contenidos, las ganas de llorar…

Nos dice que es una sesión informativa, no el proceso de mediación en sentido estricto, y nos ha explicado cómo es: voluntario, confidencial, que no nos van a juzgar y creo que sí, que puede ayudarnos, aunque dudo que sea tan rápido como nos han comentado. Cada vez que hemos intentado solucionar el problema hemos acabado discutiendo, es más, hoy el ambiente estaba tan tenso que ha provocado que en algunos momentos hayamos perdido los nervios.

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Cuando los chicos se acuestan, nos armamos de valor, volvemos a tocar “el tema” por encima y volvemos a discutir y a llorar, pero decidimos volver a mediación. Por primera vez en 18 años dormimos en habitaciones separadas.

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Unos días después, volvemos a la sesión, y firmamos el Acta de sesión constitutiva. Después de la sesión anterior la situación entre nosotros se ha agrietado más, es tan desagradable que no quiero estar en casa, pero tampoco quiero volver a atrás. No sé si podremos resolver este problema.

La persona mediadora, nos ha hecho una breve síntesis del último día y hemos empezado a hablar. Al principio nos ha costado empezar, pese a todo lo que teníamos dentro, no podíamos comenzar. El mediador nos ha ayudado y con mucha amabilidad ha logrado facilitar el diálogo que habíamos perdido. Se ha asegurado de todo lo que decíamos, no nos ha interrumpido y nos ha hecho muchas preguntas para confirmar que se había enterado. Por fin he sentido que alguien me escuchaba, que no pensaba que era una mala persona y que, pese a que parecía que solo yo quería la separación, con el mediador hemos visto, a grandes rasgos, que la idea que tenemos sobre nuestra ruptura se parece más de lo que esperábamos.

Y además, lo que me parecía impensable, hemos tomado las primeras decisiones: como decírselo a los chicos, que por mucho que hemos intentado no involucrarlos, saben que no todo está como siempre, como se lo vamos a decir a nuestros padres, y lo que ha sido más difícil; vamos a vivir separados.

Hemos salido de la primera sesión con un estado de ánimo raro, por un lado, con cierto alivio al contar todo lo que nos ha atormentado durante este tiempo, y por otro triste. No es fácil pasar por esta situación.

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Estos días han sido horribles. Nos ha costado mucho contárselo a nuestros hijos y a nuestros padres, no lo entendían, alguno nos ha acusado de no seguir intentándolo, y a nuestro dolor, se ha unido el suyo. Les ha costado mucho asimilar la noticia, pero van a apoyarnos. También se lo hemos dicho a algunos de nuestros amigos, y aunque no se lo esperaban se han comprometido a que no nos lo pondrán más difícil.

Hemos tenido que afrontar tantas situaciones intensas y emocionales, que hemos pospuesto la decisión de vivir separados, aunque definitivamente “vivimos” en habitaciones diferentes. La situación de compañeros de piso es incómoda para ambos. Sabemos que no podremos postergarlo más pese al malestar que nos provoca.

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Volvemos a mediación. No miento si digo que casi deseaba ir. No sé si podrán resolverlo, pero es el único lugar en el que siento que me escuchan, y la experiencia que tienen con estos casos, hacen que salga de las sesiones un poco triste, pero con cierta calma, y sintiéndome con fuerzas para seguir adelante, aunque es una vorágine de emociones.

Hoy hemos vuelto a hablar del pasado, pero también hemos empezado a hablar de nuestros hijos. Es inevitable que alcemos la voz, y que haya lágrimas de por medio, pero nosotros mejor que nadie sabemos lo que les conviene, son nuestros. Aunque cada uno decimos y proponemos cosas distintas, el mediador logra encontrar un punto en común, y hemos acordado algunas decisiones de emergencia que podremos modificarlas más adelante si queremos.

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Ya hemos encontrado otra vivienda y todos hemos ayudado a realizar la mudanza. Las paredes de la casa se nos caen encima y parece que falta algo, a cambio es más fácil transitar por el pasillo sabiendo que no nos encontraremos de frente.

Las primeras pautas con los chicos parece que funcionan, aunque es posible que se puedan reajustar más. Para ellos está siendo también difícil, pero los profesores dicen que siguen más o menos como siempre, adaptándose a los cambios. Eso nos tranquiliza, queremos que les afecte lo menos posible.

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Hoy volvemos otra vez a mediación, exponemos lo que nos ha funcionado y lo que no y proponemos alternativas, al mediador le parece bien, y vemos que podemos aunar las sugerencias de ambos.

También empezamos a hablar del tema económico.

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Regresamos a mediación con los deberes “hechos”, el mediador nos ha propuesto buscar una información sobre el Colegio de nuestros hijos que quedó pendiente, y también un presupuesto de bienes.

Aunque pareciera que es un tema muy aburrido, ha sido muy intenso, y sí, pese a que a veces nos hemos reído de divorcios en los que se peleaban por un jarrón, confirmo que sí, se pelea por un jarrón, o por cualquier otra tontería.

Salimos algo enfadados, el tema económico también es desagradable, aunque sea de otra forma, aun así, creemos que podremos solucionarlo.

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Estos días han sido difíciles porque se ha separado una pareja amiga nuestra, ha sido como revivir el inicio de nuestra ruptura de nuevo. Ellos han ido a un abogado directamente y viendo como se está desarrollando su divorcio, me alegro de haber ido a mediación, nosotros ya nos hemos dicho todo lo que teníamos dentro desde hace muchos años, ahora podemos hablar sin perder los nervios, y supongo que con el tiempo será más sencillo.

Retomamos el tema de los bienes y habiendo diseñado cada uno un presupuesto de gastos, estamos dos horas ajustando números de forma vehemente y aunque continuamos con las espadas en alto y en ocasiones volvemos a echarnos en cara cosas del pasado, el mediador con una sutileza increíble nos vuelve a centrar en el problema que tenemos ¿cómo vamos a afrontar los gastos de hipoteca, coche, colegios, asignaciones para los niños…? Empezamos a entender que hay cosas más importantes que dar su merecido a quien ha sido tu pareja tanto tiempo.

Salimos abrumados por las cifras, pero mutuamente nos animamos, saldremos adelante.

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Ha pasado alguna sesión de mediación más, hemos pasado por todos los estados de ánimo inimaginables, y ciertamente nos ha costado, hay decisiones que son difíciles y duelen, pero aunque nos da pena que se haya roto una relación por la que apostamos todo, también estamos esperanzados en que podamos vivir el uno sin el otro. Y lo que es más importante sin interferir en la vida del otro, y sin usar a nuestros hijos.

Cuando vemos como lo están gestionando nuestros amigos, nos sentimos orgullosos de nosotros mismos, de ver como hemos podido solucionar nuestras diferencias de forma tan civilizada, y eso que su ruptura ya estaba anunciada desde el primero de sus tres hijos. Sé que cuando necesitemos hacer cambios en nuestro día a día, podremos quedar a tomar un café y hablarlo por el bien de los nuestros, sin necesidad de utilizarlos, ni siquiera a terceros como intermediarios.

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Parece mentira que sólo un par de meses antes todo fuera tan horrible, un callejón sin salida y míranos ahora, vamos a firmar los acuerdos definitivos, hemos encontrado soluciones para que a nuestros hijos no les afecte nuestro divorcio y no pierdan a ninguno de sus padres, también para el reparto de bienes, el reparto de gastos y las pensiones . Nos tendremos que abrochar el cinturón, pero tengo la seguridad que otras fórmulas no hubieran cubierto de forma tan completa tantas necesidades.

Entre la tristeza lógica de una ruptura, conseguimos sentirnos satisfechos de nosotros mismos, seremos los ex, pero con buen sabor de boca.

 

Feliz día Europeo de la mediación