El proceso para desarrollar un cuerpo de derecho internacional, convenciones y directrices internacionales para la protección de los refugiados comenzó a principios del siglo XX bajo la Sociedad de Naciones, precursora de las Naciones Unidas. Este proceso culminó el 28 de julio de 1951, cuando una conferencia especial de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.
En su artículo 1 se establece que: «un refugiado es una persona que se encuentra fuera de su país de nacionalidad o de residencia habitual, tiene un fundado temor de persecución a causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, y no puede, o no quiere, acogerse a la protección de su país, o regresar a él, por temor a ser perseguido».
Con la conmemoración del 20 de junio como día Mundial del Refugiado, se pretende sensibilizar, concienciar, llamar la atención, señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en las sociedades para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas, o para que los ciudadanos así lo exijan a sus representantes.
Cientos de miles de personas se jugaron la vida tratando de cruzar fronteras por tierra y por mar para llegar a Europa y encontrar seguridad y protección en 2016. Muchos escapaban de las atrocidades de la guerra en su país. Estos pueblos tratan de encontrar en Europa protección. Son personas obligadas a huir sin nada por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social o por sus opiniones políticas.