Aventuras y desventuras de un “directivo” en unas jornadas “transformativas»
Ángel Luis Vázquez Torres
Economista. Mediador Civil, Mercantil y Concursal. Administrador Concursal. Experto contable, financiero y Fiscal. Coach
Me gustaría transmitir mi experiencia de 16 horas de entrenamiento en “Mediación Transformativa “ con Joseph P. Folguer en las jornadas organizadas por Ágora Formación, en Madrid, los pasados 4 y 5 de Marzo.
En primer lugar, indicar que me considero “muy poco transformativo” y me encuentro mucho más cómodo en el rol de “mediador directivo”.
Por poner un ejemplo, me siento totalmente identificado con la frase de Johan Galtung (jornada Promediación, Alicante 14-01-2016): “El Mediador no solo tiene el derecho, tiene la obligación de poner encima de la mesa todo recurso que pueda ayudar a la obtención de un acuerdo, siempre que sea en forma de pregunta y en forma subjuntiva, Que pasaría si …”. Es decir, que para mi, antes de acudir a estas jornadas, y que me perdonen la expresión, el mediador transformativo era una especie de “florero” que se limitaba a observar lo que ocurre a su alrededor.
Empezamos la jornada del viernes con una definición del conflicto como “una crisis en la interacción humana”, lo cual lleva normalmente a las personas en conflicto a experimentar dos tipos de sensaciones: “debilidad” (confusión, miedo, vulnerabilidad, etc.) y “ensimismamiento” (suspicacia, agresividad, estar a la defensiva, etc.), lo cual no me presenta ninguna dificultad pues encaja perfectamente en mis creencias previas procedentes de la inteligencia emocional, coaching y otras disciplinas.
Sin embargo, cuando empezamos a hablar del “acuerdo” es cuando me empieza a rechinar lo que escucho, pues lo primero que se pone encima de la mesa es que en la mediación transformativa, el “acuerdo” no es la meta del mediador, sino el mejoramiento de la situación de las partes comparada con lo que era antes. En la Mediación transformadora se alcanza el éxito cuando las partes como personas, cambian para mejorar, gracias a lo que ha ocurrido en el proceso de Mediación, y automáticamente mi mente de “economista”, que aunque atemperada por la interiorización de las nuevas aptitudes mediadoras, sigue viva invernando en lo mas profundo de mi cerebro reptiliano, aflora y me dice ¿les vas a cobrar a tus clientes por reunirse, charlar y salir como amiguetes, aunque no se alcance ningún acuerdo? ¡Te quedas sin clientes antes de un mes!.
Seguimos avanzando y el tema no mejora, pues prácticamente no se pueden realizar preguntas porque son muy “directivas”, no es habitual mantener reuniones por separado con las partes, salvo en muy determinados casos, y además no se llama “caucus” .., incluso cuando llegamos a las herramientas básicas del mediador transformativaormativo, la utilización e interpretación de las mismas, difiere de lo que tengo asumido como práctica habitual:
La técnica del espejo, básicamente consiste en un parafrasear, dirigiéndose solo a la parte a la que se le hace el espejo (ignorando a la otra), utilizando el mismo lenguaje verbal y corporal que el que ha utilizado la parte, e incluso tratando de trasladar los sentimientos y emociones que ésta ha manifestado.
El resumen, poniendo de manifiesto lo que las partes han dicho o hecho, pero de forma “incluyente”, es decir “todo” sin que el mediador condense aquellos aspectos que le parecen mas significativos ¿Quién es el mediador para determinar lo que es importante o no?
Verificar en que situación nos encontramos, es el único caso en que el mediador transformativaormativo hace preguntas y están son del tipo ¿Entonces, llegados a este punto, hacia donde piensan ustedes debe apuntar la conversación? ¿Están preparados para pasar a otro tema?
Sin embargo, a medida que avanza la jornada y vamos realizando las distintas dinámicas de grupo ensayando y poniendo en práctica lo visto, va calando en mi cerebro una frase dicha por Folger “El mediador pacífico”, y esta máquina maravillosa que es nuestro cerebro va asociando este concepto con una película estudiada en mis prácticas de coach “El guerrero pacifico” y va tomando forma la imagen del mediador transformativo como la de un mediador “pacifico”, no como un mediador “florero” como lo definí al principio, que se encuentra cómodo en el conflicto (es su profesión) y se centra en la interacción que se esta produciendo en cada momento entre las partes, dejando fluir a las partes en una conversación abierta en la que se irán produciendo reconocimientos y revalorizaciones a medida que la conversación conflictiva se va desarrollando.
Si se produce la mejora en la interacción de las partes, el conflicto entre ellas va a poder solucionarse fácilmente, pues todas las personas venimos con un equipamiento de serie que nos permite resolver nuestros conflictos por nosotros mismos (autodeterminación de las partes), y esto ya si encaja con mi acervo anterior “Detrás de todo conflicto existen conflictos y emociones que impiden la resolución racional de los mismos. Si se consigue romper el bloqueo emocional existente en las partes, se van a poder explorar soluciones satisfactorias”, y esto mismo es lo que hace la Mediación transformativaormativa de Folguer mejorando la interacción de las partes mediante el reconocimiento y la revalorización.
Antes de terminar este pequeño comentario quisiera dejar constancia de la calidad y claridad de exposición de J. P. Folguer, pues independientemente de que compartas o no su visión de la mediación transformativaormativa, es un auténtico “Crack”. A medida que avanzaba la jornada, mas cómodo me sentía, y me impresionaron los resultados de la técnica del “espejo” pues bien realizada, además de que la parte a la que se lo haces escucha e interioriza lo que el mismo ha dicho, al utilizar el mismo lenguaje textual, corporal, e incluso emocional, le estás diciendo “entiendo lo que dices”, “me importa lo que dices”, “soy capaz de sentir lo que tu sientes”, lo cual produce un vinculo de confianza importante.
También quiero apuntar que disfruté especialmente en los “role play”, pues algunos, además de ser muy ilustrativos del contenido tratado, fueron muy divertidos, lo cual se agradece en estas jornadas tan intensas.
En conclusión, doy por bien empleado el tiempo y el dinero invertido en la jornada, y aunque no creo que pueda pasar de “directivo” a “transformativaormativo” en un pispás, pienso que a partir de hoy puedo incorporar a mi acervo mucho de lo visto en esta jornada.
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