La mediación es uno de los instrumentos que conforman los ADR (alternative dispute resolution) también conocidos como Métodos Adecuados de Resolución de Conflictos. Por los efectos que produce participar junto con un profesional en estas sesiones, se considera una fórmula adecuada para resolver el conflicto, que pone el foco, no en la inquina que se genera alrededor de un conflicto, si no en una forma civilizada y saludable de resolución de conflictos, no obstante y pese a lo anterior, no es la herramienta idónea para el 100% de los conflictos ¿cuáles son los puntos débiles?
- La principal razón de que la mediación no funcione de la forma esperada es si una de las partes o todas no están dispuestas a negociar y esa actitud no tiene previsiones de mejorar. Resolver nuestros problemas con los demás de manera dialogada y consensuada es bueno para la mayoría de nosotros: nos permite continuar con nuestra vida, cerrar capítulos dolorosos, aceptar la nueva realidad y adaptarnos a ella, pero hay tipos de personas que les cuesta evolucionar o prefieren permanecer en el conflicto porque es el elemento que le “engancha” a la persona de la que se resiste a desprenderse.
- Cuando, en negociaciones a través de representante, los objetivos reales pasan a un segundo plano y se intenta impresionar a la otra parte, o al jefe, excediéndose de lo que se ha denominado “zona de posible acuerdo”.
- Cuando el nivel de hostilidad es muy elevado conviene iniciar la mediación con sesiones individuales o caucus, antes de empezar con sesiones conjuntas, pues suele ser una solución efectiva. Si esos niveles de hostilidad continúan altos conviene plantearse suspender la mediación antes de forzar la situación.
- Cuando falta en el encuentro una persona clave sin cuya contribución no se puede cerrar el acuerdo. En este caso la solución es simple, al contrario a lo que sucede en las dos primeras situaciones anteriores, si identificamos a una persona que sale a relucir de manera frecuenta en el relato de las partes, cabría la posibilidad de invitarlo a que participe y de este modo avanzar en el proceso.
- Cuando la verdadera motivación y las necesidades no han sido correctamente entendidas. Esta circunstancia podría encontrar una solución sencilla al profundizar en la información compartida para ayudar a las partes a entender mejor por qué se necesita algo a través de preguntas.( El uso de las preguntas en mediación - SP/DOCT/19062-, Tipos de preguntas conforme a las distintas fases del proceso de mediación - SP/DOCT/17889 -)
- Cuando se detecta desconfianza hacia el mediador o hacia el proceso de la mediación. La confianza es clave para que se propicie un espacio que permita poner la información sobre la mesa y no mantener una agenda oculta que vaya torpedeando el proceso. Reflexionar sobre qué acciones han producido esa desconfianza o se han sentido como un agravio es una solución que ayuda a restablecer el vínculo, antes de valorar el cambio del profesional.
- Muy ligada con la anterior, cuando hay alguna incompatibilidad con la persona mediadora, pues eso puede minar la confianza de alguna de las partes.
- Cuando no terminan de encontrarse soluciones satisfactorias. Ante una crisis de creatividad la solución más recurrente es no olvidarse de otras herramientas que se han mostrado útiles en estas situaciones como la lluvia de ideas (La flexibilidad del proceso de mediación y su relación con la técnica de la lluvia de ideas -SP/DOCT/20358-), el uso de modelos tridimensionales (Modelos tridimensionales en mediación -SP/DOCT/22546-), incluso si se llega a un bloqueo en este punto, puede ser buena idea la sugerencia de una solución provisional en algunos de los puntos que han ocasionado el bloqueo a modo de periodo de prueba y diferir la decisión definitiva cuando obtengan más información.
- Cuando las partes están demasiado ancladas en sus posiciones. Si las partes empezaron con demandas extremas que, por supuesto, no se pueden alcanzar y se mantienen ceñidas a las mismas, la solución pasa por refrescar y alentar una apertura del diálogo entre las partes, ¿cómo? estimulando cambios a tanto a nivel físico como a nivel cognitivo: un descanso de unos minutos, un caucus, cambiar la disposición física del entorno, Legitimar, normalizar, ponerse en los zapatos del otro, técnica del embudo, técnica del abogado del diablo, entre otras técnicas.
- Cuando el proceso es caótico. La solución más efectiva es la prevención elaborando una agenda con los temas que quieren ser tratados, estableciendo unas reglas, y un método de trabajo previo por parte del profesional de la mediación.
- Cuando existe agotamiento de las partes. El procedimiento de mediación remueve muchas emociones, sobre todo en sus prolegómenos, y si alcanzan un nivel muy alto, unido al desgaste que el conflicto ha ido produciendo, provocan un cansancio en las partes. En este caso, la mejor solución es parar, tomar un descanso y después empezar otra vez.
- Cuando el ambiente o el entorno no son adecuados por por ejemplo existir interrupciones constantes, o miradas frecuentes al reloj o al móvil, las partes perciben que no se está teniendo la debida consideración con ellas, el proceso de mediación no puede prosperar. La mejor forma de solucionar y evitar que esto suceda es propiciar un entorno adecuado (Alrededor de la mesa de mediación - SP/DOCT/22922-), si emitimos todos los mensajes en la misma dirección y le añadimos una cálida sonrisa, nos será más fácil hallar un ambiente de confianza que permita que las partes, por una vez, se sienten a hablar. Y ese puede ser el principio del camino.