Empiezo a leer la sentencia AP Segovia, Sec. 1.ª, de enero de este año SP/SENT/893973:
“Se interpone recurso de apelación por la representación del ex esposo contra la sentencia dictada en la instancia en que acordando la disolución del matrimonio entre los litigantes, fijaba las medidas definitivas que deberán regir en el fruto sus relaciones y con sus hijos comunes.
Por la parte apelante se impugna únicamente el régimen de custodia fijado en sentencia, custodia de la madre con derecho de vistas del padre y fijación de pensión a cargo de este y en favor de sus hijos , alegando a tal respecto que no existía causa para modificar lo acordado en medidas provisionales pues la discusión fue provocada por la esposa y su familia; solicitando el cambio de custodia y subsidiariamente la disminución o supresión de la pensión fijada.”
Y no puedo evitar acordarme de Adán y Eva (nombres, obviamente, ficticios) que llevan varios años moviéndose en estrados.
Cuando llegan a mediación, queda claro que se mueven como pez en el agua en las confrontaciones constantes (como si estuvieran en un juicio), de hecho es su forma de comunicarse. Y tiene lógica, su actuación se ha caracterizado por constantes recursos y apelaciones a cada una de las decisiones que los jueces fueron tomando, han pasado por un largo proceso de divorcio. Éste es otro recurso más.
Ambos se culpabilizan de los problemas que surgen, y durante la derivación a mediación aparecen varias cuestiones envueltas en reproches:
¿Cómo reducir esta confrontación?
Existen varias técnicas recomendadas: la Técnica del embudo, abordar el conflicto desde otro ángulo, o facilitar una interpretación del comentario para suavizar la afirmación inicial y que explicamos en el documento publicado en nuestra base de datos “Técnicas útiles en relaciones muy confrontadas dentro del ámbito de la relación familiar”
También funcionaría la transformación de la acusación en una queja, llevándolo a un terreno más colaborativo que les acerqué a su nueva realidad y descargando el mensaje de connotaciones negativas. Es la que utilizaremos en la primera cuestión.
De este modo conseguiremos, por un lado, que la parte que habla, en este caso Eva, se sienta escuchada, lo que conducirá a relajar un poco la tensión, y, además, la parte que recibe el mensaje no se siente atacada por otra persona más (la parte con la que tiene el litigio y el mediador), lo que también ayuda a relajar el ambiente. Además disminuye el riesgo de contra acusación.
“Eva, ¿quieres decir que en el futuro te gustaría que él también pudiera ocuparse de estos temas, y hablar de cómo compartir estas responsabilidades?”.
Formularios imprescindibles durante el desarrollo de la mediación familiar