Para aquellos que están considerando orientarse profesionalmente a la mediación, voy a traer a colación diez detalles que debería de tener en cuenta un mediador antes de sentarse con dos partes enfrentadas entre sí, que no dudarán en levantar el tono de voz, iniciar una desagradable discusión en relación con el conflicto que les ha traído a mediación en presencia de un tercero desconocido, y que, incluso, pueden llegar a las lágrimas.
Formación: quizá parezca una obviedad, pero no lo es, esa formación específica dotará de salidas a situaciones enquistadas y/o embarazosas y le permitirá afrontar todo tipo de resoluciones de conflictos de forma satisfactoria.
Saber si un conflicto es mediable: también puede parecer obvio, pero incluso para quien se declara fan de la mediación, no todo conflicto puede resolverse por ese medio. Hay que estar atentos al asunto concreto y pendientes de si alguien asiste coaccionado, si se necesita ayuda terapéutica, si las partes no colaboran, si hay violencia sobre la mujer…
Olvidar la voluntariedad de la mediación: a veces, las ganas de querer enseñar los beneficios de esta herramienta nos colocan en el límite de lo que es dicha voluntariedad. Las personas afectadas por un conflicto deben decidir con total libertad si iniciar o no un proceso de mediación, pues de ello depende, en gran medida, el éxito de lo que llegue a acordarse. Nosotros debemos ser quienes ofrezcamos este servicio, pero sin olvidar su carácter voluntario.
Ser neutral: el mediador debe hacer un registro constante de su persona para equilibrar las posiciones de las partes, por ejemplo, dándoles el mismo tiempo para expresarse, legitimando…
El mediador no les va a juzgar, solo verbaliza el conflicto y ayuda a acordar los pactos, pero no se sitúa a favor de ninguno.
Respetar las normas de la mediación: antes de iniciar la sesión es conveniente acordar una pautas de comportamiento para el desarrollo de la mediación, como pueden ser la posibilidad de tutearse, no interrumpir mientras uno está hablando, no gritarse, no faltarse al respeto. Sabemos que unas son más costosas de seguir que otras y que las partes, por la vivencia de su conflicto, pueden saltárselas en determinadas situaciones, pero eso no es óbice para que el mediador se mueva dentro de las reglas marcadas.
Discutir con alguna de las partes o con las dos: el mediador debe permanecer en su lugar y no convertir su trabajo en algo personal. En caso contrario, debe abandonar la mediación, acogiéndose al principio de la voluntariedad de la misma, que no solo tiene relación con las partes, sino también con el mediador.
Hacer demasiadas preguntas: hay veces que en la fase de recogida de información sobre el conflicto preguntamos y preguntamos, buscando el inicio del ovillo, pero no podemos olvidar que una mediación no es un interrogatorio, por lo que debemos ser cautos y saber las razones por las que hacemos determinadas preguntas (a veces simplemente para descartar hipótesis). Lo fundamental no es disponer de más información, sino de tener claro que se dispone de la más importante, por lo tanto es el momento idóneo para poner en práctica la escucha activa y dejar que las partes se expresen a su modo.
Respetar los silencios: en mediación, el silencio es también una respuesta, es el momento de fijarnos en la postura de la parte para ver qué emoción transmite y partir de ahí. En otras ocasiones, cuando el mediador se calla, se produce ese silencio que resulta incómodo y da pié a que sean las partes las que hablen, a veces, sin querer. Es una fuente de información nada desdeñable.
Minimizar el problema: cada problema es vivido de forma diferente por las partes, y lo que a nosotros nos pueda parecer una tontería, para las partes que acuden a mediación es un drama. Por eso van a mediación, porque es tan importante para ellos que afecta a su relación.
Querer demostrar que sabe mucho del asunto tratado: lo más difícil de ser mediador es asumir que se es un personaje secundario, las protagonistas son las partes, y alrededor de ellas gravita todo los demás. No se acude a mediación para poner a prueba al mediador, sino para resolver un conflicto.
Esta es solo una muestra de aspectos ante los que el mediador debe estar alerta. En un post próximo analizaremos otras cuestiones que, como mediadores, no debemos perder de vista.