Últimamente se nos están lanzando algunos mensajes de optimismo en relación con la crisis económica. El propio sector automovilístico parece que está empezando a repuntar, sin duda con la ayuda de los sucesivos planes “PIVE”. Dicen los expertos que ya se empieza a ver una pequeña luz. Sin embargo los ciudadanos de a pie aún no lo percibimos, al menos yo no, lego en materia económica. Tengo la sensación que son simples mensajes políticos para inyectarnos ánimo, pero no acabo de creerlos. Seguro que me estaré equivocando. Lo cierto es que nuestros bolsillos siguen maltrechos y tenemos que sortear esas dificultades cambiando ciertos hábitos y autosometiéndonos a estrecheces (“recortes”) en nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, para nuestros desplazamientos cada vez con mas frecuencia estamos dejando aparcados nuestros vehículos en casa (el “crudo” está carísimo) para recurrir a la utilización del transporte público … y, cada vez mas, incluso al uso de la bicicleta, no ya solo como instrumento deportivo o lúdico, sino también como nuevo medio de transporte, siempre mas sano y barato.
Desde hace tiempo, nuestros Ayuntamientos vienen apostando por el uso de la bicicleta en las ciudades, en principio para fomentar su utilización con fines deportivos y de recreo, y a esos efectos han construido rutas y “carriles-bici” en las periferias y en algunos casos dentro de la propia urbe.
Pero aquella inicial finalidad hoy ha tenido que ampliarse por las aludidas circunstancias económicas y cambios de costumbres de los ciudadanos, para fomentar con mayor decisión su utilización como vehículo de transporte, cual sucede en otros países europeos, como v.g. Holanda, en los que desde hace años la bicicleta en las ciudades forma parte del paisaje urbano.
Pero en España aún tenemos que dar muchos pasos para conseguir implantar en nuestras calles esa nueva filosofía viaria, pues se trata de un problema concienciación y de educación tanto de los automovilistas como de los propios ciclistas. Yo mismo como conductor habitual de automóvil no me encuentro debidamente concienciado y me considero maleducado en esta cuestión, especialmente por hondos prejuicios en cuestiones de seguridad.
Para paliar casos como el mío, recuperables posiblemente, la propia Dirección General de Tráfico ha lanzado una campaña , “El futuro viaja en bici”, con el lema “Protégete. En la bici usa las piernas y la cabeza”, en el que tras subrayar que “la bici es un vehículo, con sus derechos y obligaciones”, hace hincapié en las siguientes “claves para la convivencia”:
– Sobre dos ruedas siempre casco.
– Está prohibido usar auriculares mientras montas en bici.
– Si vas en grupo, mejor en fila de a uno para facilitar los adelantamientos.
– Cuando no exista carril bici, usa la calzada.
– Respeta las señales y la prioridad de paso. Tu seguridad depende de ello.
– La bici tiene su sitio y el peatón el suyo.
– Hazte ver. La luz delantera y reflectante trasero son obligatorios.
– Señaliza tus maniobras. Es la forma de “hablar” con el resto de los usuarios.
– Mantener tu bici en buen estado es mantener su seguridad.
Todo ello coincide con la próxima reforma de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, cuyo texto acaba de iniciar su tramitación parlamentaria.
Ya dimos cuenta en un anterior post que el Proyecto de Ley de reforma, entre otros aspectos, alude al polémico tema del uso del casco por conductores y ocupantes de bicicletas que circulen por vías urbanas, interurbanas y travesías (actualmente, la Ley hace referencia únicamente a las interurbanas), pero indica que los términos de dicho uso se concretarán reglamentariamente, si bien determina que, en todo caso y como mínimo, será obligatorio el uso del casco por los menores de 18 años en todas las vías (en la actualidad solo es obligatorio en las vías interurbanas).
Precisamente también hemos tratado en el presente blog, de forma específica, el problema del uso de casco en ciudad por los ciclistas, en el que concluíamos que considerábamos necesaria su obligatoriedad en todo caso y en todas las vías, y no solo los menores de edad, sino también los mayores de edad (¿por qué para las motocicletas se exige casco siempre, pero para las bicicletas solo en algunos casos? esta pregunta es fruto de mis aludidos prejuicios). Las razones de seguridad a que nos referíamos mas arriba a mi juicio deben imperar en todo caso frente a otras justificaciones contrarias a su obligatoriedad, esgrimidos por Ayuntamientos y asociaciones. La polémica está ahí.
La campaña de la D.G.T. que aquí nos ocupa apuesta por la obligatoriedad del uso del casco en ciudad, en todo caso y con cualquier edad, a tenor de aquellas “claves”, pero veremos en qué queda todo esto tras la tramitación parlamentaria del actual Proyecto de Ley y en la futura reforma reglamentaria.
Quizá aquellos reparos de quien esto suscribe obedezcan a la frecuente lectura de sentencias sobre accidentes de circulación en los que se han visto implicados ciclistas, en una gran parte de las cuales los daños personales son trágicos o severos, muchas de las cuales recogimos en nuestro último cuaderno de Jurisprudencia Al Detalle, o simplemente por echar un vistazo a los estudios estadísticos que anualmente publica la D.G.T. en su página web.
Ayer mismo, mientras circulaba con mi turismo por una de las arterias de Madrid con mucha circulación, presencié cómo dos jóvenes se movían en sendas bicicletas de armazón infantil, sin llevar casco, por el carril derecho, eso sí, pero invadiendo también el carril “solo bus-taxi” haciendo maniobras que me parecieron juguetonas y en algún caso peligrosa. Uno de los ciclistas incluso se encaraba con los conductores cuando le tocaban el claxon. Desde luego que se trata de una conducta extremadamente aislada, pero me ha llevado a reafirmarme en la extrema fragilidad de las bicicletas y de los ciclistas cuando circulan entre vehículos a motor. Cualquier mínimo despiste de un conductor o del propio ciclista puede tener consecuencias nefastas. Es una obviedad que nuestro legislador debe tratar este tema con especial cuidado.
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