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El éxito de la Mediación en familias reconstituidas

El éxito de la Mediación en familias reconstituidas

Las familias reconstituidas son un tema de gran relevancia en la actualidad debido al importante crecimiento de este tipo de estructura, y es que crece un tipo de organización familiar en la que al menos uno de los miembros de la pareja aporta algún hijo fruto de una relación previa, lo que tiene como consecuencia que la mitad de los hijos de padres divorciados vivirá en algún momento con un padrastro o madrastra tras la separación de sus padres biológicos, y los obligará a adoptar nuevos roles entre los miembros y nuevas dinámicas de relación entre los componentes de la nueva estructura familiar. La familia reconstituida será, en muy buena medida, la familia del futuro, pero no porque sea la deseada o a la que se aspira, sino sencillamente por una cuestión estadística.

Para mitigar el impacto negativo que puede tener entre los integrantes de este tipo de estructura familiar es importante conocer, y entender cómo se adapta cada miembro de la familia al nuevo papel dentro de la unidad familiar, ya que estos, pueden ser o no ser los deseados, y a su vez, estos roles pueden estar bastante claros, o ser bastante ambiguos.

Debemos partir inicialmente de considerar que una integración adecuada de los miembros en la nueva familia depende en gran parte de cómo se haya desarrollado el divorcio o la separación de los progenitores y de su capacidad de reorganizar la nueva familia de una forma funcional o no.

Entre las causas que generan un plus de estrés está la forma de relación de entre los componentes, pero también la adopción de determinados papeles, sin olvidar el querer proteger a la nueva familia, consolidar del vínculo marital, o la regulación de la convivencia familiar.

¿qué situaciones provocan tensiones?

•           Cuando presentar a la pareja: lo ideal sería que, antes de presentar a la nueva relación, se hable a los hijos de esa persona, contarles como es físicamente, cosas que le gustan…para que puedan hacerse una idea aproximada de como es.

•           La lealtad con el otro progenitor puede provocar que el hijo/a sea reacio a la relación con la nueva persona quen entra en el círculo de la familia, por eso es importante que el progenitor biológico no residente continúe activamente involucrado en la vida de su hijo/a.

•           El rechazo de los hijos hacia la nueva pareja es uno de los principales obstáculos que hay que superar en una familia reconstituida reciente, y es que es un sentimiento habitual que los hijos/as alberguen la esperanza de que sus progenitores volverán a estar juntos, junto con el temor de que puedan dejar de quererlos, por ello, dar un poco de tiempo para poder adaptarse a los cambios, implicarse progresivamente, explicarles cuáles serán los siguientes pasos, y hacerles entender que no los perderán como progenitores, puede paliar dicho rechazo.

•           Como referirse a la nueva pareja: llamarles mamá o papá puede no ser adecuado, al atribuirle un rol que no le corresponde, y poder afectar al progenitor biológico que no convive con la familia, así como las connotaciones negativas que se han ido dando a las palabras madrastra y padrastro, que podría incidir en el cariño, y en la proximidad que pudieran tener estos niños con la pareja de su progenitor. Hablarlo entre todos y acordar llamar a la pareja por su nombre, puede rebajar la tensión.

•           Cambios de domicilio de los hijastros al domicilio de la nueva pareja de su progenitor. Y más si la nueva pareja aporta sus propios hijos o hijas, los nuevos convivientes se pueden sentir desplazados o fuera de lugar. Una posible solución podría ser crear espacios separados similares dentro de la misma habitación, si no fuera posible que cada uno tuviera su espacio en exclusiva.

•           Convivir con nuevos miembros en la familia: aunque esta situación aporta beneficios, como establecer nuevos vínculos afectivos, y aprender a relacionarse con otras personas, reforzando la capacidad de adaptación social, es otro motivo de tensión. Explicar que nadie sustituye a nadie, y, en cualquier caso, los nuevos miembros de la familia se complementan.

•           El control y la disciplina, por ello, flexibilizar las normas y la disciplina encontrando un equilibrio entre la relación amistosa, y la relación padrastro/madrastra- hijo/a. Las actitudes flexibles disminuirán la tensión familiar.

•           La competitividad entre hermanastros, el compartir pautas educativas diferentes, puede dar lugar a discusiones, e incluso a una sensación de injusticia si se percibe un trato diferente entre los hijos propios y los otros. Hay que tener en cuenta que los niños, vienen de una ruptura anterior, es decir, de un duelo. Y, por lo general, no todos están en la misma etapa de ese proceso.

Por ello, elaborar una lista de normas y tareas para todos en la que participen adultos y menores puede servir para disminuir esa sensación de injusticia.

•           Los celos de los adultos, uno de los adultos puede llegar a pensar que la nueva pareja solo está bien cuando no hay hijos de por medio, o puede tener falsas expectativas pensando que la nueva pareja “le dará todo lo que no obtuvo de la anterior relación”. O, incluso, puede sentir celos: “Hace más caso a sus hijos que a mí”, asumir que surgirán problemas en la pareja e intentar posicionarse entre la nueva relación o lo hijos, reducirá el estrés que genera esta situación.

•           La educación de los hijos, acudir a un mediador va a posibilitar llegar a acuerdos cuando cada miembro de la pareja tenga una visión distinta en una determinada forma de actuar.

•           Asumir roles que no corresponden, salvo que se solicite explícitamente.

La mediación puede ser el “as bajo la manga” en el caso de que la situación se nos vaya de las manos, porque ayuda a recomponer el diálogo, y hablando, es más fácil llegar a acuerdos.

A través de esta herramienta, se conseguirán fórmulas personales para aprender a respetarse unos a otros, negociar las posibles diferencias, alteración de costumbres que se tuvieran anteriormente, pero que en esta nueva situación no se pueden mantener, o necesitan algunas modificaciones, acordar permitir que los niños tomen sus propias decisiones sobre la figura de la pareja sin influencia de los comentarios del otro progenitor.

También se puede llegar a una pauta para respetar los tiempos de intimidad entre la pareja y los hijos biológicos, pero también entre el progenitor y su hijo/a, ya que es importante para el crecimiento de los niños mantener esos momentos privados para confidencias, expresar miedos, pedir ayuda, o algún consejo.

El tiempo de ocio y diversión que se comparte va a ayudar a estrechar los lazos de cariño, por lo que se deben promover actividades en las que participen todos los miembros de la nueva familia.

Cómo vemos, hay que negociar casi todo, las normas, los horarios, las tareas, las necesidades de cada uno, los espacios privados, y un largo etc, y eso puede ser una tarea mucho más sencilla con la ayuda de un mediador, entrenado para manejar situaciones complejas. Y es que lo más importe para la formación de una nueva familia, es una gran dosis de paciencia, cariño y no forzar acercamientos, ni sentimientos, es decir, respetar los tiempos de otros miembros de la misma.

Los MASC tras la LO 1/2025, de 2 de enero. 2ª ed. Guía práctica

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