A becarios regalados no les mires el diente
Mariola Cadenas Suarez, Patricia Noarbe Sanz de la Rosa y Alberto Danino Lozano
El título universitario bajo el brazo, celebración con amigos y familiares, y al día siguiente comenzaba un nuevo y desafiante camino. Sin contacto alguno con el mundo laboral jurídico, tres inquietos estudiantes de Derecho y ADE atravesaban las puertas de Sepín para realizar sus prácticas.
Ante el primer contacto con esta acogedora oficina, nos presentaron a todos los trabajadores, uno a uno, de los cuales en ese momento solo pudimos retener el nombre de Ana Lozano, ya que era de ella de quien dependía nuestro futuro. Todos parecieron muy simpáticos, sin embargo, nos aterrorizaba la idea de acabar como algunos de sus libros, aplastados bajo las pantallas del ordenador. Así que, sentados frente a este, admirábamos a todos los expertos editores jurídicos que nos rodeaban, llenos de conocimientos y habilidades en el fascinante mundo del Derecho. Había mucho orden, tanto real como jurisdiccional, cada uno tenía su temática asignada y los Departamentos estaban muy bien distribuidos.
Abrumados por tantas leyes, códigos, libros… La escapatoria a nuestros queridos apuntes de la carrera había llegado a su fin. El aprendizaje de verdad estaba aquí y pronto nos pusieron en el Departamento de Legislación. Qué bien sonaba, tantas horas de biblioteca y universidad por fin iban a dar su fruto, en una base de datos con infinidad de posibilidades para cada profesional.
El compañerismo reinaba entre nosotros tres, solo nos convertíamos en rivales a la hora de buscar sitio cada mañana para aparcar, pero volvíamos a unirnos de nuevo para entrar en las oficinas, momento en el que andábamos y andábamos para dar la vuelta completa al edificio todos y cada uno de los días, ya que desconocíamos la entrada “secreta”, fácil y directa, ya sabéis, cosas de becarios novatos. Y es que madrugar todos los días de julio no era batalla fácil, menos mal que siempre nos reconfortaba la misma frase: A becario que madruga, Mónica le ayuda. Ella era toda una profesional que nos enseñó a dejar la legislación incluida en la base de datos de forma impoluta, sin puntos al final de los artículos y los familiares siempre bien ordenados, los padres primero y los hijos debajo.
Tras varios días en este departamento nos convertimos en expertos de la selección, creación y modificación de leyes: los reyes del BOE y algún que otro diario autonómico. Fue entonces cuando llegábamos a nuestro punto más álgido del Practicum y decidieron que era momento de abandonar el nido y poner rumbo a otro Departamento.
Llegó la hora del marketing. Aquí todo nos era más familiar: Instagram, Facebook, Twittter…En esto no había quien nos ganase, solo Nacho. En las redes sociales teníamos una experiencia digna de admirar, les dedicamos horas y horas en nuestro día a día, y ahora tocaba hacerlo aplicando la sabiduría del Derecho. Esto creó entusiasmo y ganas de escribir nuestro primer post. Nosotros estuvimos pensando en escribirlo acerca de Propiedad Horizontal, lo cual hubiera sido todo un éxito, no cabe duda de ello, sin embargo, nos pidieron que fuera sobre nuestra experiencia en Sepín, así que como buenos becarios acatamos sus órdenes.
Como siempre en la vida, todo lo bueno se acaba, pero no sin antes agradecerles la buena acogida que habían tenido con nosotros, lo que nos habían enseñado, y el habernos demostrado que la vida laboral, si se tiene un buen ambiente de trabajo y grandes profesionales a nuestro lado, puede ser muy llevadera.
La única pega que les pondremos será el no haber conocido su Editorial antes, ya que nos habría ahorrado muchas prácticas desastrosas sin jurisprudencia encontrada, noches sin dormir buscando sentencias relacionadas con el temario y nuestras notas con sus Códigos habrían subido como la espuma.
Así que tras estas semanas de trabajo, que transcurrieron de forma rápida y productiva, nos llevamos un aprendizaje de estas oficinas para toda la vida y esperemos que esta despedida no sean un adiós, sino un hasta pronto, Sepín.
-Firmado y rubricado: Los becarios