Manual de uso de la lluvia de ideas en un proceso de mediación: 5 claves precisas

 

 

Llega un momento en la mediación en el que, una vez se han expuesto los asuntos que nos llevaron a requerir los servicios de un mediador, y después de que cada parte haya tenido un espacio para contar su vivencia del conflicto, se produzca cierto vértigo en el mediador, y es en la consecución de un acuerdo.

Hasta llegar ahí, es posible que las partes hayan sido capaces de ver, con la ayuda de éste, ciertas avenencias en asuntos en los que a priori parecían que sus opiniones estaban diametralmente opuestas. Es posible también que hayan logrado acuerdos parciales, o mini acuerdos, que han ido dando impulso al procedimiento. Pero llega ese instante en el que hay que cerrar un acuerdo global sobre el conflicto que lo de por finalizado. ¿Cómo lo hacemos?

Una de las técnicas más recurrentes son las llamadas lluvia de ideas, también conocidas como brainstorming en su acepción anglosajona.

Teniendo en cuenta que la mediación es un procedimiento flexible, las soluciones que se aportan, no tienen que aplicarse al resto de situaciones similares, por ejemplo: si en el caso de mi vecina de abajo, que tuvo problemas con su hijo por su poca implicación en las tareas del hogar, acordaron que por cada vez que colaborase en casa, le dejaría que llegase a casa 15 min. más tarde de la hora establecida como tope, mi otro vecino puede acordar y lograr el mismo efecto de colaboración dándole la clave de WIFI que cambiará todos los días y que obtendrá si hace la cama, lleva la ropa sucia al cesto, baja la basura y tiene recogida su habitación.

A una situación similar, aplicamos soluciones personalizadas atendiendo al conflicto concreto y a las necesidades de cada persona.

 El objetivo de la lluvia de ideas es no solo ofrecer soluciones a problemas concretos, también permite mejorar otros planteamientos que se pongan sobre la mesa.

Estas son las cinco claves fundamentales:

       1.    No realizar críticas

No se deben realizar juicios ni críticas hasta que no se agoten las ideas, pues eso puede funcionar de inhibidor. Necesitamos crear un clima dónde las partes se sientan libres de expresarse. Así, no desdeñaremos ideas que puedan parecer absurdas, es más, en un momento dado, pueden utilizarse con cuidado para relajar el ambiente dadas las tensiones que producen las negociaciones, recordemos que humor y creatividad comparten procesos mentales.

       2.   Producir muchas ideas

Cuantas más ideas se sugieran, mejores resultados se obtendrán, hay que tener en cuenta que la mejor idea no aparece la primera, así que cuantas más aportemos, más opciones tendremos para valorar.

       3.    Fomentar la asociación de ideas

Si animamos a que se produzca la asociación de ideas, estaremos jugando con la memoria, de modo que una idea se encadene con otra. Además como cada persona tiende a asociar de manera diferente, habrá más posibilidades de que aparezcan nuevos planteamientos.

       4.   Uso del rotafolio

El mediador debe apuntar todas las ideas que vayan saliendo, de esto modo las partes pueden visualizarlas y ser inspiradoras de nuevas propuestas.

       5.   Deben participar todas las partes

Lo ideal sería que participaran todas las partes implicadas, al menos aunque sea con una sola idea. El proceso es de los mediados.

Tras la lluvia de ideas, toca valorar las ideas aportadas y separarlas en grupos, las que son decididamente absurdas, y las que podrían servirnos.

Trabajando un poco esas ideas, los propios mediados verán cual es la que es más adecuada para su situación, pues incluirá las coberturas para cubrir las necesidades tanto de una parte, como de la otra.

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