El principio de voluntariedad y la sesión informativa en mediación
Gema Murciano
Codirectora de sepín Extranjería . Coordinadora de sepín Mediación y Arbitraje . Redacción Jurídica de Sepín
El pasado día 15 de noviembre, leía un artículo publicado en la edición digital de “El periodic” donde se manifestaba la preocupación de muchos mediadores por la falta de una cultura de mediación. Tenemos leyes que apoyan esta solución alternativa de conflictos (aunque algunas como el esperado Reglamento esté aún por llegar y muchos tengamos la sensación de que se ha quedado en el fondo del cajón), tenemos difusión en los medios, tenemos gente del papel couché dispuesta a ponerla de moda, tenemos gente gente preparada y tenemos un enorme bazar para elegir cursos de formación, la mediación está en la calle…¿y ahora qué? ¿por qué no funciona?.
La respuesta viene a ser la misma casi siempre en todas las ocasiones, vivimos en una sociedad que tiene tan arraigada la disputa adversarial, que ante un conflicto no se piensa en acudir a otra vía que no sea la judicial, del mismo modo que se respira, sin reflexionar.
Esto me llevó a pensar en Carl Jung, el alumno rebelde de Sigmund Freud y su famoso inconsciente colectivo, que postulaba la existencia de contenidos psíquicos, no conductuales, inconscientes comunes a toda la humanidad, y en todas las épocas y que no tienen su origen en la experiencia individual.
Haciendo una interpretación “ sui generis”, quizás la razón por la que la mediación no consigue despegar en España es que no está imbuido en nuestro “inconsciente colectivo”, en nuestro ADN y no es fácil cambiarlo, pero que no sea fácil no quiere decir que no se deba realizar dicho cambio, la pregunta sería entonces ¿cómo?.
En este momento y casi por unanimidad, prácticamente cualquier mediador, incluída yo, sugeriría una sesión informativa como paso previo para acudir a la vía judicial, que “obligue” a escuchar que otra forma es posible, y que justo en ese momento que ha surgido el conflicto tienen en sus manos la opción de cambiar su mundo en particular, y dar un paso para cambiar el mundo de los demás.
La mayor parte de los mediadores somos perfectos embajadores de esta herramienta porque la hemos usado y hemos visto los resultados que ofrece, por lo que no cabe duda que seríamos las personas idóneas para transmitir de manera favorable su procedimiento, de modo que al menos las partes afectadas lo tuvieran en consideración.
Aún quedaría algún purista que se llevaría las manos a la cabeza, como lo hice yo la primera vez que oí tal sugerencia, antes de ponerme a pensar detenidamente sobre ello, cierto es que quiebra uno de los pilares principales sobre los que se asienta la mediación: el principio de voluntariedad.
Este principio de voluntariedad es uno de los principales atributos que tiene la mediación, sin el cual no tendría sentido, téngase en cuenta que a través de ella se pretende establecer acuerdos que surgen de la libre y consciente voluntad. Por todo lo cuál para que la mediación sea posible es necesario que las partes estén motivadas, y deban estar de acuerdo en cooperar con el mediador para resolver su disputa, así como respetar los acuerdos que ellos mismos hayan alcanzado.
Además este principio también rige como voluntariedad de las partes para acogerse a la mediación o desistir en cualquier momento del procedimiento, incluída la persona mediadora que tiene la libertad para aceptar la mediación e iniciar el procedimiento de mediación o bien desistir del mismo.
Dado que de la mediación también se destaca su flexibilidad, podríamos justificarlo diciendo que el principio de voluntariedad sólo se rompería “un poquito” haciendo nuestra aquella máxima que dice que “el fin justifica los medios”.
No obstante esta es sólo una propuesta, cada vez más escuchada, para lograr que la mediación se tenga también en consideración para resolver un conflicto, pero ¿se le ocurre a usted alguna otra forma para que la mediación cale en la sociedad?.
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